Sheila Levine vive en Nueva York sueña con casarse y como a los 30 no ve que vaya a ser posible, decide suicidarse. Así de primeras, parece todo muy dramático, exagerado e improbablemente divertido. Exagerado es , sí, pero divertido también, mucho. Muchísimo.

‘Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York’ se editó por primera vez en 1971, cuando el drama casamentero era lo más común en la vida de las mujeres. Ahora nos puede parecer un poco chocante tal obsesión por casarse, pero los dramas cotidianos e interiores,  las historias de Sheila y sus compañeras de piso son las mismas que siguen atormentando a las chicas de hoy en día, con un filtro viejunillo, pero lo mismo: la amiga alta y delgada que rechaza novio tras novio por motivos absurdos, la compañera de piso súper popular pero que pasa de ti, el trabajo aburrido, el novio pesado que mantienes por inercia, el mercado está fatal, tu madre obsesionada con que te cases (claro), obsesionada con que si te van a atracar, el amigo gay que te lleva a buenas fiestas «él se fue a por el director, yo a por los cacahuetes».

Y por supuesto, el peso. Sheila vive obsesionada con su sobrepeso, la sociedad le atormenta, no hay tallas para ella y sí mil dietas y pastillas. «El sobrepeso es una de las razones por las que me voy a suicidar. Estoy cansada de hacer dieta y estoy cansada de ver a todo el mundo en bikini. Me clavaría un cuchillo en el pecho, pero probablemente no conseguiría atravesar toda la grasa para llegar al corazón».

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Puede parecer que no es más que el relato quejica de una chica blanca, judía de clase media… y bueno, sí que lo es. Sheila es quejica, es una auténtica drama queen, también es cierto que le pasa de todo, que está siempre a medio camino entre el ‘te lo mereces’, ‘mierda, yo he pensado eso alguna vez’ y ‘Díos mío, ¿cómo puede ser tan pringada?’. Muy Hanna Horvath todo. Así que, casi sin querer, empatizas con ella, porque Sheila tiene un poco de todas, un poco de la parte desastrosa que todas tenemos. Y al final del libro (cuando ya tienes agujetas de reírte) te alegras de que hayan pasado 40 años y ahora tengamos más valentía y libertad para superar esos traumitas y obsesiones. Y sobre todo, para que casarnos no sea nuestra prioridad nº1, menos mal. Pero eso sí, el mercado sigue estando fatal.

No cabe duda de que Sheila Levine es la precursora de todas las series y películas de chicas de hoy, desde ‘Sexo en Nueva York’ a ‘Girls’, pasando por Liz Lemon y Amy Schumer. Sin ella, no hubiesen existido. De hecho, la autora, Gail Parent, ha trabajado como guionista de televisión toda su vida. Así que si os gustan, no dudéis, leed la carta de suicidio de Sheila.

‘Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York’ está editado por Libros del Asteroide.