La semana pasada saltaba la noticia de que el famoso productor de Hollywood Harvey Weinstein había cometido numerosos abusos sexuales durante décadas con total impunidad. Si ya de por sí es terrible una noticia como esta, todo lo que ha ido saliendo después no se ha quedado atrás.

Como se suele decir en estos casos, y por desgracia, el caso de Weinstein es solo la punta del iceberg. Es decir, hay miles de Weinstein por ahí sueltos y miles de mujeres que han sufrido abusos, acoso y violencia de género. Para demostrar la magnitud de este problema la actriz Alyssa Milano animaba en su cuenta de Twitter a todas aquellas personas que alguna vez habían sufrido algún tipo de acoso sexual a que contestasen con un «me too» (yo también) a este tweet:

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En tan solo unos días han sido millones de #metoo los que se han podido ver en las redes sociales. Millones de mujeres que contaban su pequeña historia de acoso sexual para sumarse a la increíble cifra de casos de abuso sexual por todo el planeta.

En Weloversize también queremos sumarnos a este #metoo para contar sin vergüenza, sin miedo, con valentía y sin sufrimiento, puesto que no estamos regodeándonos en un problema del pasado o sacando partido de algo muy grave, sino mostrándole a la gente cuál es la verdad de nuestra sociedad, cuál es la norma en la vida de la mayoría de mujeres, porque nosotras, también, hemos sufrido acoso:

El primer acoso que recuerdo fue en el colegio (seguro que hay alguno anterior pero la memoria es selectiva, ya sabéis). Yo tenía 13 años y era la «chichí» del profesor de arte. Tan chichí que un día intentó meterme mano disimuladamente en medio de clase… mi reacción fue levantarme e irme, pero no fui capaz de verbalizarlo hasta pasados muchos años. Afortunadamente ese «suceso» no volvió a repetirse. El último fue caminando por la calle hace unos meses: un señor desde un coche se sitió legitimado para decirme todas las cosas que haría, «mamita». Fue muy violento y me quedé callada por puro miedo; aceleré el paso y me siguió con el coche hasta que llegué a una zona más concurrida. Eran las 4 de la tarde. Desde los 13 hasta los 33 me pasaron un montón de cosas, como a todas y también me he encontrado con chicos llamándome exagerada cuando las contaba. Queda mucho trabajo por hacer. – Betty –

La primera vez en el parque de mi pueblo a plena luz del día, debía tener 14 años. Un tío me persiguió, se plantó delante de mi, me tocó las tetas y me enseñó la pinga erecta y yo me largué corriendo acojonada perdida. En la universidad con 19 años otro tío cerró la puerta de su habitación del colegio mayor y me obligó a hacerle una paja y luego fue contando mierdas de mi. Y el otro día delante de mi esposo un tío intentó comerme los morros.. lo de que toquen el culo, te digan guarradas, etc ni lo menciono. -Ana-

La primera vez que me acosaron yo no fui consciente; tenía 12 años, el uniforme del colegio llamaba la atención a la gente inadecuada y por lo visto mis tetas eran un imán para acosadores. Un hombre (padre de familia) de mi barrio pasó por mi lado, me dijo «esas tetitas me las metía en la boca hasta secarlas» y se marchó. Lo único que hice fue agachar la cabeza, llorar y no contar nada. La primera vez que un tío se masturbó delante de mí fue a los 13 años, volviendo del colegio a casa en el autobús. Yo ni me moví del sitio, no sabía qué hacer, jamás se lo conté a nadie hasta hace poco que vi que todas tenemos mierdas así desde muy pequeñas. Ha sido ya en la veintena/treintena cuando he sufrido los peores casos, antes contestaba sin miedo y sin pensarlo mucho, ahora sigo contestando pero reconozco que con más miedo que antes por todo lo que sé que les ha pasado, les pasa y les seguirá pasando a las mujeres si no se avanza. Ahora somos más conscientes de una realidad que siempre ha existido pero que poco se había contado. -Rebeca-

Estoy segura de que ha habido varias situaciones de acoso que ni siquiera soy capaz de recordar, de lo normalizadas que están. Pero hay una que no se me olvida. No sé si fue la primera pero sí fue la que más incómoda me ha hecho sentir. Yo tenía 16 años, estaba en un viaje con la coral en la que cantaba, y todos los miembros del coro pasábamos la noche en un hotel. Esa noche, uno de mis compañeros, un hombre mucho más mayor que yo, entró en nuestra habitación y se metió en mi cama «por las risas, por hacer la broma». No supe reaccionar, estaba bastante asustada. De hecho, le reí la gracia. -Bea-

Estamos haciendo algo muy grande, algo que está teniendo repercusión. Pueden criticarnos y pueden llamarnos victimistas, pero ya pueden silenciarnos. Aunque haya artículos como el de Mayim Bialik en el New York Times, que tanto revuelo ha causado por decir que no le sorprende lo de Harvey Weinstein porque Hollywood es una industria que convierte a la mujer en un objeto sexual, aunque tengamos diferentes opiniones, aunque veamos las cosas desde diferentes puntos de vista, la realidad está hablando por sí sola y eso ya no lo va a poder ocultar nadie.