Comienza el curso de nuevo y con ello las clases, los alumnos, el ajetreo de todos los días… Lo mismo de todos los años.

Trabajo en un comedor escolar y cada curso estoy ahí, mano a mano con vuestras hijas e hijos, de lunes a viernes. Quizás, si alguna o algún Loversizer no ha estado en comedores escolares y no sabéis muy bien de qué va la vaina, pues yo os lo explico.

Empiezo a las 7:00 recibiendo a madres y padres que me dejan a sus peques aún dormidos porque se van a todo correr a trabajar. Ayudo en cocina. Hago el servicio de comedor, la hora del patio y el autobús. Valgo pa tó.

Total, que yo sé que hay buenas personas en este mundo pero también hay mucha madre-diva por ahí. Yo que voy monísima con mi uniforme llenísimo de manchurrones de aceite y vómito que no se quitan ni con KH7, oye, pues ni se dignan a mirarme porque, según ellas, soy “el servicio”.

A ver Paris Hilton, la del servicio le ha limpiado el culo y le ha dado de comer a tu hijo.

Os aseguro que por muy pijos que los lleven (todo ropa de marca güena, güena), son los que más se suelen ensuciar en el patio. Acaban de mierda hasta las orejas, lo viven y eso me hace muy feliz.

Están, también, las madres Belén Esteban “yo por mi hija ma-to”. Estas me desquician. Sí que me miran, sí. Saben que existo y mucho. Me siguen y me persiguen explicándome cada detalle que necesita su polluela y la hora a la que hace caca, porque si no hace caca a esa hora, luego se atasca.

Pobre niña, atascá está la madre. Juro que la niña suspira de alivio cuando la ve marchar y se va a jugar feliz y contenta. Y si no hace caca, luego le doy un kiwi y va que chuta.

Sin dudarlo, si hay algo que me molesta, es que no me pidan las cosas por favor. A estos los llamo “vikingos”. Son los más maleducados, los que no piden las cosas por favor y lo hacen gritando. ¿Os imagináis una sociedad así?

Yo en la panadería – ¡quiero una barra de pan!- exiges golpeando con el puño sobre el mostrador.

Panadero – ¡pues toma!- y el panadero te lanza la barra de pan.

Yo en el médico – ¡me duele aquí!- grito señalando la zona lumbar.

Doctor/a – ¡no haberte agachado, gilipollas!- me grita y me echa de la consulta.

Pues aquí lo mismo, me gritan palabras como: ¡agua!, ¡pan!, ¡comida!, ¡caca!… Como si no fueran capaces de completar una frase entera.

Los hay que me vienen y me dicen: ¡caca!

Y yo les digo: no, ¡caca serás tú!, yo soy la monitora.

No sé qué les pasa a los niños, estarán atascaos y no funcionarán bien.

Que criar a los peques no es fácil, lo sé. Que yo solo les tengo unas horas al día y vosotras el resto, también lo sé y rezo por alguna. Pero no nos hagáis invisibles: la bedel, la monitora, la profesora, las limpiadoras, la cocinera que se tira cocinando desde las 7 de la mañana para que 600 alumnos le digan “¡qué asco!”.

Nos vale con un “Hola”

Nos sirve con un “Por favor”

Y nos hacéis felices con un “Gracias”

 

Anónimo

 

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