Hace un tiempo, por cuestiones de trabajo, mi chico y yo tuvimos una relación a distancia durante dos años aproximadamente. En ocasiones no podíamos vernos en uno o dos meses, y como me comprenderéis a mí el amor se me acumulaba.

Es decir, cuando llevábamos más de dos semanas sin vernos mis instintos sexuales más profundo aparecían, y aun que yo sola me apañaba sin ningún tipo de problema o jugábamos por teléfono, yo tenía muchas ganas de sentirle bien cerca de mí.

El caso es que ya llevábamos una época especialmente larga sin vernos, y ya teníamos fecha para nuestro próximo encuentro sexy hot picante a tope. Sería en una semana.

Y bueno, una que es un poco enreda todo hay que decirlo, iba un día paseando con mi carrito de la compra por el súper cuando vi unos “geles de placer” que prometían fuegos artificiales para ambos, yo para mis adentros pensé ¡ayyyy que maravilla! Así innovamos un poquito y le sorprendo la mar de bien.

Esa tarde me rasuré todo el asunto para tenerlo suave suave como el culete de un bebé, y me fui a prepararlo todo al hotel donde habíamos quedado, ya que por aquel entonces y debido a la distancia no vivíamos juntos y en nuestra casa estaban nuestros padres. Que para una noche de placer y lujuria desenfrenada mejor que no estuvieran cerca.

Me puse el picardías mas sexy que tenía y le esperé tumbada toda sexy en la cama. Cuando entró por la habitación el pobre casi infarta de la emoción, y tardó menos que canta un gallo en plantarse desnudo encima mío a besarme como un loco.

En esto que estábamos ya en el lío, yo ya estaba dando palmas con todas las partes de mi cuerpo, porque todo hay que decirlo que mi chico tiene unas dotes maravillosas para todo, cuando dije  ¡¡¡PEEEERA!!! Que tengo una cosita para ti…

Yo con mi cara picarona, me fui súper digna a sacar mis geles del placer, uno para él y otro para mí. Como pensé que eso no tenía mucha más ciencia, abrí el bote y me eche un buen chorretón generoso en la mano, y se lo unté de arriba abajo en la chorra de mi amado, mientras que él hacía lo mismo con el bote que era para la chica, bien de bien, como quien unta una tostada.

 

Como ya estábamos bien “lubricados” nos ponemos  como conejos, hasta que empecé a notar los fuegos artificiales y su puta madre, ¡¡eso nos empezó a arder como si me estuvieran dando con un maldito soplete!! No podía sentir nada más que quemazón  en la zona, y por la cara de horror que mi chico tenía su sensación fue más que parecida.

¡Maldita la hora! Ya que la publicidad prometía que veríamos fuegos artificiales, no me los imaginaba hasta este punto.

Por lo que los dos echamos una carrera para ver quien llegaba antes al baño a lavarse, una que es más rápida que nada, y que aquello me quemaba/escocía como un demonio, me senté en el bidé a echarme agua fresquita para calmar esa calooo.

Mientras mi pobre chico se tuvo que meter a la ducha corriendo a mojarse y lavarse como buenamente pudo.

Nunca se me olvidará la imagen tan “erótica” de mi misma espatarrada en el bidé de aquel hotel mientras mi chorbo se enjuagaba como loco la chorra, ¡digna de la mejor peli porno!

 

Cuando ya nos lavamos el asunto, nos volvimos a la cama espatarrados  y con una sensación de dolor/molestia importante. Encima yo, que soy la más lista de todas, como me había rasurado justo un rato antes esa zona, pues imaginad como tenía el parrús, chamuscaíto e irritado por todas partes.

De aquella noche aprendí la gran lección de no creerme todo lo que dicen en la publicidad, de comprar estas cosas en sitios donde la calidad sea mejor o por lo menos que te asesoren o te avisen del posible efecto, ya que yo le cogí un miedo ¡para toda la vida!

Al día siguiente ya pudimos rematar la faena con mucho amor y dulzura, pero esta vez sin fuegos artificiales de por medio.