Eran algo así como enormes ladrillos. De hecho, está más que demostrado que si te lanzaban un One Touch Easy (o ‘One Tochísimo’ para los amigos) a la cabeza, de aquella no sobrevivías. Pero lo molaban todo, porque nos traían una independencia jamás vista. Nacían con ellos lo de ‘darse un toque’, scribir recortnd ls palabrs pra podr dcir + coss, y descargarnos politonos imposibles. Lo cierto es que los millenials fuimos el caldo de cultivo de una época que marcó la historia de la tecnología y las comunicaciones.

Hasta entonces no nos quedaba más remedio que utilizar el fijo. ¿Y lo que era llamar a casa de tu churri y que contestara su padre o su madre? Sin olvidarnos, por supuesto, de esas cadenas que había que hacer para quedar todo el grupo sin que una sola se pasase diez horas reuniendo a la peña: ‘Quedamos a las 5 donde el quiosco, y te toca llamar a Marisa y que ella avise a Laura‘. Claro que las cosas cambiaron, y mucho, cuando poco a poco todas nos fuimos haciendo con un teléfono móvil. Porque esa es otra, lo de contar con un aparatito de estos no fue cosa de la noche a la mañana. Para poder tener un móvil en el año 2002 había prácticamente que firmar una instancia ante un notario y por lo tanto no fue rápido eso de que todas las adolescentes nos hiciéramos con uno así por las buenas.

Los modelos no podían ser más totales. Los había de colores, para los más jóvenes, u oscuros y sin florituras, para los adultos y personas de negocios. Comprarse un teléfono móvil por aquel entonces era como comprar unos zapatos, al menos en lo que a estilos se refiere. Tampoco es que las opciones fuesen demasiadas, realmente jugábamos entre modelos un poco más básicos y otros con la pantalla un pelín más grande. Pero el resultado siempre era el mismo: un sonido chirriante cuando sonaba el teléfono y unos gráficos de lo más básicos.

El Alcatel One Touch Easy

Imagen de Pinterest

Como era el modelo por excelencia me veo en la obligación de abrir este listado nombrándolo. Era un teléfono pesado y bien grande. El detalle indispensable de este teléfono era que si querías lo podías hacer funcionar a pilas (¿y lo que nos gustaban unas buenas pilas en aquella época?). Estaba protegido por unas gomas a su alrededor que creo que incluso lo podrían haber hecho rebotar.

El Ericsson T10

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Los modelos con tapa lo petaban muchísimo. Nos sentíamos un poco como en ‘Armas de mujer’ colgando y descolgando el teléfono con ese movimiento tan interesante. Lo que más molaba de este teléfono es que la firma los sacó a la venta en infinidad de colores, de hecho como apunte personal recuerdo que mi abuela (sí, mi abuela) lo tenía en color amarillo pollo. La pantalla era muy pequeña, quizás solo cupiera una línea o dos de texto, pero pesaba bastante menos que el One Touch Easy y cumplía con su cometido.

El Alcatel One Touch 300

Ha sido ver la fotografía y casi ponerme a llorar, y es que este modelo fue mi primer teléfono (y el que continué utilizando durante muchos años). Fue como una pequeña evolución del ‘Tochísimo’ y era fantástico porque ya incluía una pantalla con varias líneas y ¡cuidadito! algún que otro gráfico. La batería duraba siglos, creo recordar que lo recargaba poniéndolo en su base una vez a la semana, y tenía incluso un editor para crear tus propios politonos.

El Nokia 3310

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Quien tenía este teléfono era porque manejaba el parné. Tener un Nokia en el año 2000 era como contar hoy en día con lo último de Iphone, tal cual. Es que estos móviles además de tener una pantalla mucho más amplia ¡tenía el juego Snake! Y todos sabíamos lo adictivo que podía ser aquel maldito juego. Además, fueron pioneros en incluir carcasas que se podían cambiar y así tener cada día el teléfono de un color. Para las que no lo hayáis vivido, al igual que ahora cambiamos la funda, antes lo hacíamos con la carcasa completa.

El Motorola StarTac

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El teléfono de los empresarios por excelencia. Y es que este teléfono marcó un antes y un después por muchos motivos. Primero, porque pese a que se diseñó a mediados de los años 90 ya soportaba la recepción de sms, y segundo porque era extremadamente ligero (al menos para lo que la tecnología nos tenía acostumbrados). Un clásico la tapa y la antenita que era de mírame y no me toques.

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