Los riesgos de la ovodonación: lo que hay detrás de los 1.000 €

 

Vamos a meternos en un jardín. Vamos a meternos y vamos a cagarnos en él. Hablemos de la donación de óvulos, de los 1.000 pavos que blanquean este tipo de explotación y de los riesgos que pueden desencadenarse. Una información que a las clínicas de fertilidad no les interesa airear y de las que apenas se habla más allá de la letra minúscula de un contrato que tiene como objetivo sacudirse la posible mierda adyacente. 

Antes de empezar, partamos de la premisa de que nadie da duros por pesetas.  

Quién dona y por qué

Vamos a aclarar las maneras que existen para donar óvulos. 

Hay un primer bloque de donantes, compuesto por mujeres que, en principio, no tenían intenciones de donar, pero congelaron óvulos para retrasar su maternidad y o bien no han querido ser madres o bien les han sobrado óvulos y deciden donarlos; dentro de esta opción también se incluyen a aquellas mujeres que llevan un tiempo buscando embarazo o incluso ya son madres, les sobran óvulos congelados, pero no tienen dinero para costear su mantenimiento por la subida desorbitada de las cuotas por parte de la clínica. 

Por otro lado, también existe la supuesta “donación altruista de óvulos”. El típico anuncio de Instagram que aparece a las jóvenes en edad fértil o los carteles que encontramos en los paneles de anuncios de las universidades: “¿Quieres ayudar a otra mujer a cumplir su sueño de ser madre? Dona tus óvulos de forma completamente altruista y te pagamos 1.000 euros”. ¿Y ese tufo? Ya huele raro mezclar la palabra altruista con una cantidad determinada de euros. 

Seguramente haya mujeres que quieran donar sus óvulos de manera altruista al 100 %, con independencia de su condición económica, ya que por experiencia cercana han vivido la infertilidad; pero, en cualquier caso, no son representativas del colectivo real que a la hora de la verdad dona óvulos y que, mayoritariamente, está compuesto por mujeres en situaciones precarias que usan la ovodonación para costear gastos: pagarse los estudios, el carné de conducir, el alquiler… O, incluso, caprichos, como ocurrió con varias compañeras mías de la universidad, que decidieron donar óvulos para comprarse el último modelo de su móvil favorito, un portátil o pagarse un viaje a Tailandia.

Te lo venden como un gesto de solidaridad, que encima te aporta dinero fácil. ¡Qué chollazo! 

Cómo se dona y qué riesgos conlleva

Para donar, te tienes que someter a un tratamiento hormonal que no es inocuo, que conlleva unos efectos secundarios y muchos de esos problemas aparecen a los años de la donación. 

Entre los considerados “riesgos leves” derivados del tratamiento hormonal encontramos cambios de humor, hinchazón y molestias en la zona abdominal, piernas pesadas, sequedad vaginal, cansancio…, pero es que la punción folicular para extraer el ovocito es una intervención quirúrgica que incluye, además de los peligros propios de la anestesia, hemorragia, infección bacteria o fúngica del tracto reproductor femenino, entre otros. 

Otros riesgos

Y uno que sufrí yo misma. No he donado, pero sí que me sometí a tratamiento hormonal para utilizar mis propios óvulos en un proceso de fertilidad. Caí víctima del “síndrome de hiperestimulación ovárica” y esto es grave. Dolor de cabeza intenso, mareo, vómitos, debilidad, dolor en abdominal agudo, aumento del volumen ovárico… en mi caso, hasta tal punto, que me ocasionó un quiste hemorrágico más grande que el propio ovario. Más de 3 meses de recuperación, planteamos incluso la cirugía. 

Si fallas, no te pagan

Si cuando te estás hormonando sufres algún efecto secundario que te obliga a cancelar la punción folicular, ¿adivina? ¡No te pagan! Eso sí, tu cuerpo ya ha pagado el precio del tratamiento, del cual la clínica no se responsabiliza tampoco. 

Además, una vez el objeto del contrato se ha intercambiado, es decir, una vez se ha producido la intervención quirúrgica y has donado los óvulos, se acabó el seguimiento médico y psicológico de la donante. En otras palabras, te dan por culo.  

A largo plazo…

Aumenta el riesgo de cáncer de mama, de ovario, de colon, menopausia prematura, infertilidad potencial en el futuro, osteoporosis… 

Y todo esto por… ¿1.000 euros?  

El sistema disfraza la donación de óvulos de gesto altruista, feminista e incluso de sororidad, porque lo haces para “ayudar a tus hermanas que tienen problemas de fertilidad”. Y, ¿qué es realmente? Un negocio. Un tipo de explotación legalizada. 

 

Anónimo