Mamás que compiten por el amor de sus bebés 

Hace unos meses que nació el niño de una pareja muy cercana. Fue una alegría, como la mayoría de las veces, y ya antes de que naciera nos sentimos llamados a colmarlo de amor. Enseguida llegaron las restricciones, por ejemplo, las de horarios. Cada cual tiene su estilo de vida y pone sus límites en su propia casa, y hay que aprender a respetarlos aunque te creas con toda la confianza del mundo con los nuevos padres. 

Pero, después de los límites comprensibles, vinieron actitudes de la madre que cuesta más entender. Por ejemplo, ser desagradable con alguien de la familia que ha sacado al niño de un radio de 10 metros para presentárselo a alguien. O criticar que un paseo a las afueras del restaurante se alargue dos minutos. O poner mala cara cuando el niño desaparece de su vista, porque otro adulto lo ha llevado a una habitación para que vea los pósteres de la pared. 

Una amiga presenció una de estas escenas. No hizo falta que comentara nada sobre la actitud de la madre del niño, hay cosas que se ven sin necesidad de referirlas. Me dijo que a la mujer de un familiar suyo le había pasado algo similar, hasta el punto de tener detalles muy feos con su cuñada. Mostraba un celo poco comprensible cuando otra persona tenía a la niña en brazos. Es curioso que estas cosas le suelan pasar a mujeres y que la presunta animadversión se desarrolle hacia personas de la familia política, pero no quiero generalizar ni desviar el tema. 

  • Ansiedad por separación

Dado que se trata de una persona cercana, y que la situación me estaba afectando, le comenté a mi terapeuta lo que ocurría. Ella me sugirió la posibilidad de que la madre estuviera sufriendo un trastorno de ansiedad de por separación. Algo frecuente en los niños, pero que, según la información que me pasó, también lo pueden sufrir las madres. Me advirtió que no podía saberlo con certeza sin tener todos los detalles ni hablar con la madre, pero era una posibilidad. 

 

Hay mucha información sobre el trastorno de ansiedad por separación en niños, pero poca sobre cómo se sienten las madres. En muchas ocasiones, ellas ni siquiera quieren reconocer que sienten culpa, tristeza o incluso ansiedad cuando se separan de sus bebés. Que les asolan millones de preguntas sobre su seguridad y su bienestar cuando no les ven, desde si tendrá frío o hambre a si sufrirá un accidente. 

 

En el caso particular que narro, sé que a ella le costó mucho quedarse embarazada y que tenía muchísimas ganas de ser mamá. Algo que puede explicar su actitud, pero no la justifica. Lo cierto es que me fascina ver cómo se desenvuelve con el niño, incluso siendo primeriza, porque se la ve muy segura, plenamente involucrada con la maternidad y que disfruta mucho con su hijo. Nadie mejor que ella sabe lo que él necesita.  

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Pero, viéndolo desde fuera, no creo que sea saludable dar rienda suelta a ese instinto tan acaparador y posesivo. Sé que ya le está creando problemas con su pareja y, el día de mañana, se los podría crear con su hijo. Seguro que me entienden quienes han tenido progenitores muy controladores. 

  • Ser asertiva con una madre llena de miedos

En algún momento, ella me pidió que actuara como mediadora con esa parte de la familia que se muestra más crítica con su actitud, y que no siempre respeta los límites. Es curioso cómo la versión que ella tenía de esas situaciones tensas que ya he narrado eran completamente diferentes a la que teníamos el resto de involucrados, incluso diría que distorsionada. 

Mi terapeuta me recomendó que, llegado el momento, tratara de mantener una comunicación asertiva con ella. Le dije la verdad, que creía que ella se ponía demasiado tensa cuando otras personas interactuaban con el niño. Que sabía que le había pasado a otras madres y que a lo mejor necesitaba algún consejo de especialista. Lo hice con todo el cariño y la sutileza que pude reunir, intentando que no se sintiera juzgada ni acusada de nada. 

También le pedí que no me viera como competencia. Está claro que nadie en el mundo la va a sustituir, nunca jamás. Y que el amor que ella le va a dar a su bebé es el más intenso, genuino y desinteresado que él va a recibir en su vida. 

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Parece que la manera en que abordé la situación funcionó, porque mi relación con la madre es bastante más fluida y hemos ganado confianza. Puede que le sirva para entender que su entorno está ahí para funcionar como red de apoyo, no para otra cosa, y la ayude a relajarse. 

Estas cosas con frecuencia se enquistan. Cuando se trata de niños pequeños, afloran las pasiones de mamás con demasiada ligereza. La tensión va in crescendo y entramos en bucle con la otra persona, y ya todo lo vemos mal: “mírala, porque otra vez, porque me dijo esto, porque me hizo lo otro…”. Quizás cuando menos entendemos las actitudes de otras personas es cuando más empatía y asertividad necesitan. 

 

Anónimo