Mambo en la biblioteca de la uni

Que levante la mano las que iban a la biblioteca de la uni y se pasaba las horas allí metida. Ahora en serio, que levante la mano las que iban A ESTUDIAR de verdad para los exámenes. Esto lo saben hasta los pingüinos de la Antártida que no han visto un PowerPoint en su vida, todas nos hemos esforzado más o menos en sacar adelante las asignaturas, pero a la biblioteca no se iba a estudiar, se iba a darle al mamoneo.

Que sí, que nunca se puede generalizar, pero seamos honestas, la motivación principal de encerrarte en un espacio diáfano con sillas incómodas en el que no podías decir esta boca es mía era cruzarte con el personal y explorar al máximo los límites del tonteo. ¿O acaso no te pillabas un sitio cerca de la persona que te molaba y le pasabas notitas? Si había mucha confianza, incluso le pintarrajeabas los apuntes, le dibujabas alguna tontería y, ya de paso le lanzabas una indirecta. 

Hablando de pingüinos, yo una vez le dibujé uno a un chaval en sus apuntes de Anatomía ¡y acabó saliendo conmigo! Que también te digo, para ser de Anatomía, estuve poco fina ahí, que tenía las puyas a huevo, pero el pingu me quedó muy mono, así que no me voy a quitar méritos ahora.

La cosa es que yo para estudiar de verdad siempre he priorizado la comodidad de ponerme el chándal más andrajoso que pillara, hacerme un gurruño en la cama con la montaña de apuntes, los libros, los subrayadores, el portátil… y no había quien me sacara del fuerte. 

Ahora, como llevara bien la asignatura, me pintaba, me ponía mona y allí que me iba, que incluso me llegué a quedar de madrugada. Era como ir a hacer botellón con tus amigas, pero versión silenciosa. Nosotras todavía éramos un poco más discretas, pero algunas venían con tacones, que ya les vale porque el clac clac clac no molaba nada para concentrarse. Que vale que íbamos a ver qué se cocía, pero ya que estabas, algún mapa conceptual te marcabas.

Yo, dentro de lo que cabe, me quedé en lo más light, alguna que otra putivuelta con una amiga fingiendo que ibas a por agua, a la máquina de café… pero en todas las bibliotecas hay un sitio estratégico donde la gente queda para ir a más. Los baños, las aulas multiusos vacías, los aparcamientos… cualquier rincón es bueno para meterse mano y desestresarse un poco, que los exámenes desquician a cualquiera. 

Pero si había algo que me gustara más que el tonteo inocente y las putivueltas era ser espectadora de los culebrones que se montaban con los ligoteos de los demás. Sí, queridas, el cotilleo era nuestra verdadera pasión, a mis amigas y a mí solo nos faltaba sacar una mantita y un cubo de palomitas de la mochila. Pasión de Gavilanes un juego de niños en comparación con la que se montaba en mi uni y lo más apasionante de todo era el reto de interpretar los gestos y las caras, porque claro, o captabas algo porque estaban muy cerca o leías los labios, como en las bodas de la realeza. 

Yo creo que la moda del ASMR empezó en las bibliotecas de las universidades, porque es muy curioso ver a la gente enrabietada perdida, que no sabes si se está cagando en el linaje de ese profesor que lo dejó para septiembre o en la persona que le ha roto el corazoncito (o dejado a medias, que a veces duele por el estilo) porque a ese volumen tan bajito todo suena raro y poco serio. 

En fin, yo creo que eso de volverme una profesional multifuncional proactiva capaz de trabajar bajo presión (perfil estándar de LinkedIn, vamos) ha sido gracias a la universidad, sí, pero no a la carrera. Lo he conseguido porque yo me estudiaba un taco de 20 folios mientras estaba pendiente del cotilleo de los de enfrente, al tiempo que me mandaba mensajes con mi amiga y ligaba con el de al lado dibujándole pingüinos en un papel piojoso estando cachonda como una mona. 

Y encima aprobaba con nota. 

Recruiters del mundo, eso sí que es una cualidad ventajosa para la empresa y no un nivel alto de Excel, un poquito de cordura. 

Ele Mandarina