Mi madre tiene 50 años y está recién divorciada, viviendo una segunda juventud después de más de 20 años de matrimonio basado en el maltrato, tanto físico como psicológico. Sin necesidad de utilizar aplicaciones, ella se basta y se sobra con Facebook, donde única y exclusivamente se encuentra con hombres casados, amargados en sus relaciones, que usan un patrón común: las excusas. 

Como si existiese una asociación de infieles en la que reciben la misma “educación” y les ofrecen pautas para ser el infiel perfecto, que incluye el rol de víctima de sus circunstancias. ¡Analizamos! 

“Dormimos separados y no mantenemos relaciones”

La falta de sexto es la excusa nº1. Además, los infieles suelen hablar de un periodo que va de los 2 a 5 años, más o menos. Por norma general, suele estar vinculado con la independencia de dormitorios, que comenzó por no molestar con los ronquidos o con los horarios laborales. 

“Estamos juntos por los niños y el chip del perro”

El segundo gran pretexto es la descendencia y/o la custodia de las mascotas (literal). La necesidad de darle un núcleo familiar, por inestable que sea, a sus hijos es uno de los argumentos más utilizados por los infieles casados. Suelen comentar también su preocupación por terminar viendo a sus hijos cada semana alterna o perder de vista al perro.

 

Deudas: “Solo nos une la hipoteca, la letra del coche, la pensión del caballo” 

También hay quien recurre a los problemas económicos para justificar no dar el paso de separarse. Una hipoteca a mil años, la posesión de un solo vehículo, el pago pendiente del último viaje o cualquier otra razón relacionada con el dinero, que ata a la persona con su pareja por un determinado periodo de tiempo; pero, eh, polvos sí que pueden echar “mientras nadie se entere”. 

 

“No tengo dinero para irme” 

Al hilo del punto anterior, pero que se merecía un apartado aparte, está la falta de independencia económica. Quizá porque ha decidido no trabajar durante el matrimonio, porque en ese momento se encuentra en el paro o porque no le salen los números para marcharse de casa y además continuar con sus responsabilidades familiares. El caso es que esta razón echa para detrás a muchas personas, que a priori son infelices en su día a día. 

Presiones familiares y amigos en común

Bastante típico también. Pertenecer a una familia tradicional, que no vería con buenos ojos una separación (“Mato a mi madre si me divorcio”); o que tu pareja sea muy querida en tu entorno, por lo que alejarla solo causaría un conflicto (“Le quieren más a mí”); también el qué dirán (“Se me considerará un fracaso”).  

 

“Tengo miedo a la reacción de mi pareja”

Cuidadín con esta que, de ser verdad, podemos estar hablando de un tema serio. El problema es que, muchos infieles hombres, usan la palabra “loca” con demasiada facilidad y dudosa credibilidad. “Mi ex es una loca y me va a hacer la vida imposible”. Otros aseguran que pondrán a los críos en contra o, incluso, algunos hablan de posibles denuncias por “malos tratos” (real fact). 

 

Estas son las excusas más usadas que nos hemos ido encontrando por el universo de las redes sociales, sin entrar a juzgar su veracidad o no. La cuestión es que siempre la usan los mismos con el mismo objetivo: follar y volver a casa, a su dormitorio separado, sus problemas económicos, su familia tradicional y su supuesta amargura. Supongo que, tras una cana al aire, todo es más llevadero (modo: ironía ON). 

Anónimo