Me contabilizaba los pasos del smartwatch para controlarme

(Relato escrito por una colaboradora basado en una historia real de una lectora)

Pese a que se han puesto de moda y deberíamos estar más atentas, lo de detectar banderas rojas a veces se nos complica. Incluso cuando son de esas que se usan en los estadios para tapar una maldita grada entera. Nada, chica, que te vuelves daltónica y, si acaso las ves, no distingues el color. Bueno, hablo por mí, que a día de hoy me pregunto cómo podía estar tan ciega como para no ver dónde me estaba metiendo. Porque la cosa era de un turbio que, si me vuelve a pasar ahora, salgo por patas en el minuto uno. Sin embargo, en aquel momento, lo que debería darme miedo me parecían detalles… monos. Si es que este chico se preocupaba tanto por mí… Me quería tanto, que sufría, el pobre.

Como sufría y moría de preocupación cuando no estábamos juntos, pues me llamaba a todas horas. O me mandaba wasaps continuos. O les preguntaba a mis amigas si estaban conmigo. Y yo muy normal no lo veía, pero le creía cuando me decía que lo hacía porque le angustiaba no saber de mí. Se quedaba tranquilo sabiendo que ya había llegado a casa o con quién estaba si había salido a tomar algo por ahí.

El chico lo pasaba tan tan mal, que me pidió que me fuera a vivir con él cuando apenas llevábamos seis meses juntos. Y yo estaba tan tan gilipollas, que accedí.

 

Me contabilizaba los pasos del smartwatch para controlarme

 

Ahora lo pienso y creo que me pasó como a la rana hervida, estaba yo tan a gustito en el agua tibia, que no me di cuenta de que me habían puesto a hervir, hasta que me escaldé. Donde yo veía amor y protección, lo que había en realidad era posesión y control.

A mí no me pareció raro que me regalara un smartwatch, ni siquiera cuando lo había hecho sin motivo aparente. No era Navidad, ni mi cumple, ni teníamos nada que celebrar ni mucho menos lo había pedido. De hecho, no soy una tía especialmente amante de la tecnología. Mi móvil ni siquiera soportaba la aplicación del dichoso aparatito. Él lo sabía, pero no había problema, se la bajaba él para que pudiera sincronizar y ver mis métricas y esas cosas cuando quisiera…

Al final me convenció de su utilidad. Me molaba saber si hacía los 10000 pasos al día, que me recordara que llevaba demasiado tiempo sentada mientras trabajaba y esas tonterías.

Me contabilizaba los pasos del smartwatch para controlarme
Foto de Pixabay en Pexels

Afortunadamente, no tardó en revelar el motivo por el que me lo había comprado. Llegué un día a casa y me lo encontré de morros. Me había llamado y no me había enterado. Vaya por dios. Le conté de dónde venía, se puso a mirar el móvil y empezó a hacerme preguntas como para pillarme en un renuncio. Yo no tenía el chichi para farolillos esa tarde, lo mandé a cagar un rato y, después de reconciliarnos, tras explicarme que se había asustado, lo dejó correr.

Cogí mis cosas y me volví a casa de mis padres unas semanas más tarde. Luego de una bronca monumental en la que el tipo me sacó los datos que había estado recabando. Por lo visto, lo que yo le decía no coincidía con sus sospechas ni con los datos de la aplicación del maldito smartwatch.

 

Me contabilizaba los pasos del smartwatch para controlarme

 

Sabía a la perfección los pasos que daba en un día de curro normal, los que debía añadir si pasaba por casa de mis padres al salir, y los que daba cuando quedaba con mis amigas en nuestra cervecería habitual. ¡Me habló hasta de aumentos extraños en mi frecuencia cardíaca! ¿Estamos locos?

Vamos, que me había comprado el smartwatch para controlarme, y lo peor es que yo lo había permitido porque estaba tan idiota que no me había percatado de la gravedad del asunto.

Como decía, la misma tarde que me sacó las estadísticas y me presionó para que confesara por qué le mentía algunos días, o por qué otros me sacaba el reloj para no dejar rastro de mis movimientos, hice las maletas, dejé el aparato en la que volvía a ser SU casa, y me piré para no volver.

 

Laia

 

Envíanos tus movidas a [email protected]

 

Imagen destacada