Sí amigas, hoy me declaro en celibato.

Empezar diciendo que respeto, acepto y me declaro fan incondicional de todas esas amigas que son capaces de ligar con un tío y acostarse con él sin remordimiento, sin implicar sentimientos, empoderadas y libres, como debe ser. Pero yo no soy de esas, y os juro y perjuro que en mis 34 años de soltería lo he intentado miles de veces… pero no, no hay manera.

Y por eso hoy me declaro en celibato, y lo digo pública y abiertamente, porque estoy segura que hay miles de mujeres como yo, que devoran los artículos de weloversize y se ríen con los follodramas, y se pregunta cómo esas mujeres pueden conseguir largarse de la escena del follocrimen y no tener ganas de que la otra persona les vuelva a llamar. Si, aún después de un follodrama. 

Hoy me siento agotada. Agotada de todos esos hombres que pasan por mi vida sin pena ni gloria y con la única finalidad de echar un polvo.

Que se comportan como hombres estupendos, que me llaman sin parar y con los que tengo charlas interminables, pero que desaparecen después de haberse corrido o, aún peor, me hacen creer durante semanas que soy especial y maravillosa para no perder ningún polvo, pero que me echan en toda la cara “no quiero nada serio, yo jamás te prometí nada” en cuanto ven que yo quiero ir más allá.

Y entiendo a esas mujeres que juegan con los hombres, y las respeto, y os prometo que me encantaría muchas veces ser como ellas, pero no soy capaz de no llorar al día siguiente, cuando veo que el susodicho se ha largado y ya no vuelve a llamar. Y me siento mal, engañada, humillada… como si se hubiera llevado una parte de mí, irrecuperable, que me hace cada vez más vulnerable… y cada vez más desconfiada.

Es por eso que hoy me declaro en celibato.

Porque quiero enamorarme y no quiero sentirme culpable por ello. Quiero encontrar a alguien que me quiera, que quiera compartir su tiempo conmigo y no solo su pene, que le importen mis sueños y que me pregunte qué tal me ha ido el día porque verdaderamente le importa.

Es por eso que, amigas del mundo, a todas esas mujeres que como yo se sienten mal después de hacerse las duras cuando el susodicho ha desaparecido, que no se avergüencen de sentir, que no somos tontas por querer enamorarnos, ni dependientes, ni tampoco unas desesperadas. Simplemente tenemos mucho amor para dar.

Así que hoy, me proclamo en celibato, y hasta que no aparezca una persona adecuada, hasta que no me sienta segura, hasta que no sienta que me quieren… no voy a tener sexo con nadie. Porque el único amor y placer que voy a ofrecer a partir de ahora, va a ser el que me ofrezca a mí misma.

 

La Monja Resabiada