Mi primera pareja era solo un par de años mayor que yo, pero su experiencia en el terreno amoroso era mucho más amplia que la mía. Él era un chico aparentemente tímido pero echado para adelante en el terreno sexual. Yo, sin embargo era mucho más abierta socialmente, tenía muchas relaciones sociales, muchas amistades y conocía a mucha gente pero era muy tímida a la hora de ligar o de llevar la iniciativa en las relaciones amorosas o sexuales.

Cuando empezamos a salir fue él quien dio el paso y me besó primero, y quien formalizó nuestra relación.

Yo era muy joven y no había tenido otras relaciones antes, pero él sí y me había contado un poco sobre las 2 relaciones amorosas más importantes de su vida. Las dos chicas de las que me hablaba, Ana y Marta, tenían bastantes cosas en común, eran chicas de talla grande, más mayores que él y bastante echadas para adelante, muy seguras de sí mismas, lo que a mí me llamaba la atención porque yo también era una chica con curvas y eso me hacía ser mucho más insegura. Ellas, sin embargo, por lo que él me contaba no lo eran.

Es más, por lo que parecía, ellas llevaban la batuta en su relación, supongo que también entraba en juego su experiencia y su madurez además de esa seguridad que parecían demostrar.

Él, que parecía un chico muy sexual y experto en todo tipo de artes amatorias (digo parecía, porque el tiempo me demostró que aparentaba más de lo que sabía, o al menos conmigo fue así), parecía encandilado por esas 2 mujeres, hablaba de ellas con cierta lujuria en sus ojos.

El caso es que cuando llevábamos ya un tiempo juntos empecé a ver cómo una de esas dos mujeres, Marta, empezaba a mandarle mensajes.

He de decir que jamás entré a ver su teléfono pero algunos mensajes aparecían cuando yo estaba a su lado o se veían directamente en la pantalla de su móvil que podía estar apoyado en cualquier sitio. No tengo ni idea de cuáles eran sus conversaciones pero sí que existían mensajes de «Buenos días, amor “o «Mira qué bonito el día, está nevando!». A mí no me hacían mucha gracia pero él me contó que ella estaba pasando un mal momento y que hablaban de vez en cuando, que se apoyaba en él porque tenían una buena relación pero nada más allá.

Lo hablé con algunas amigas y todas coincidían en que no era muy normal que se escribieran en esos términos y yo intentaba justificarlo diciendo que estaba siendo un apoyo para ella.

Un día, una de mis amigas me dijo que le había visto pasear por un mercado con una chica morena, de pelo corto, con un piercing en la nariz… toda la descripción que me daba coincidía con ella, con Marta.

Sabía que hablaban pero no que se veían así que lo hablé con él y me dijo que se habían visto ese día porque ella lo había llamado muy disgustada.

No podía enfadarme con él si estaba ayudando a una amiga, así que otra vez lo justifiqué.

Otro día llegué a mi casa bastante tarde del trabajo, eran más o menos las 2 de la madrugada cuando llegué y él no estaba en casa. Le envié un mensaje y no obtuve respuesta, le llamé y tampoco obtuve respuesta, me preocupé mucho pensando que podría haberle pasado algo. Estuve esperando en la ventana hasta las 7 de la mañana que apareció por la puerta. Me dijo que Marta se había encontrado mal y la había llevado al hospital, que no me había podido avisar, aunque su teléfono ni siquiera se había apagado. Esta vez no pude soportarlo más y allí mismo terminé mi relación con él.

Pasados unos años, otra amiga con la cual perdí relación por sus actitudes con ella, me confesó que ella también lo había visto en aquel mercado, con el brazo pasado en los hombros de aquella chica a la que vio besar en varias ocasiones. No en un callejón, ni escondidos en un coche en una sombra, a plena luz del día en medio de un multitud de gente y mientras yo le contaba a todo el mundo que mi pareja era un gran amigo que cuidaba incluso de su ex.

Escrito por Kerasi