He dudado mucho de mi sexualidad, porque desde siempre me atrajeron las mujeres en un plano íntimo/sexual, pero nunca me había enamorado de una (y no entiendo por qué la verdad con lo maravillosas que son las mujeres).
Siempre he estado con hombres hasta bien entrada la universidad, que me empecé a relacionar con gente no binaria, queer y mujeres en general. Eso sí, todo muy pasajero, rollitos cortos, besos en discotecas y ya.
Hasta que un bonito Halloween en una fiesta de mi barrio, yo vestida del monstruo más horripilante del mundo (de verdad lo digo, llevaba prótesis en la cara, los dientes negros y moho flaso saliéndome de la boca) se me acercó mi amiga Paloma a presentarme a su hermana. A día de hoy no sé cómo pude ligar con ese disfraz, pero el caso es que así fue.
Estuvimos hablando toda la fiesta, me enamoró profundamente yo creo desde el minuto 1 que la vi. Sentí mariposas en el toto al rato de hablar con ella, fue todo muy mágico la verdad. No me atreví a pedirle su teléfono, porque creo que estaba tan descolocada que me sentí estúpida.
Al acabar la fiesta nos fuimos a casa de una amiga en común de su hermana y mía para beber más y rajar de todo el mundo (porque si no, no es una buena fiesta), y allí nos liamos. No es que yo fuera muy borracha, la verdad, pero tenerla tan cerca hablando hacía que se me pusieran los pelos de punta. Sentí cada bello de mi piel erizarse, tenía unas ganas inmensas de besarla, y como entre lesbianas/bis/pans etc nunca se flirtea de forma muy clara, la mayoría de las veces no sabes si son señales de interés, si simplemente le caes guay o si le gusta tu outfit, pues se lo dije así directamente.
Hago mucho esto, cuando me apetece liarme con alguien y no veo claras las señales, se lo digo directamente. Puede dar más vergüenza, pero es muy claro, efectivo, y si es un no, te ahorras una cobra que me parece bastante más bochornoso.
Yo suelo decir algo así como “oye, estoy muy agusto contigo y me encantaría besarte, pero no sé si a tí te apetece” y chiiiiimpún amigas, de verdad que funciona muy bien. Y vaya si quería. Si los seres humanos tienen alma, nosotras nos la absorbimos. Estuvimos un rato en la terraza comodísimas dándonos el lote, y nadie pasó por allí en ese tiempo así que todo genial. Ahora viene la parte en la que me enamoro.
Pasaron los días y empezamos a quedar a menudo. Nos lo tomamos con calma, sin ninguna prisa ni expectativas. A la cuarta o quinta cita de darnos el lote en sitios públicos de forma intensa y apasionada vinimos a mi casa, en un pueblecito en Castilla y León.
Puedo decir que es el fin de semana más intenso, apasionado y felíz que he vivido nunca. Follamos de mil maneras, únicas y preciosas, sentía que teníamos una conexión muy especial y, para qué negarlo, que me estaba pillando por ella. Mi cerebro me decía: “acabas de salir de una relación hace 6 meses, no te estás pillando, te va a hacer daño” me impedía primero, asumir como cierto lo que estaba sintiendo.
Segundo, valorar la opción de empezar una relación y por último, me estaba impidiendo disfrutar plenamente, porque lo vivía con cierto miedo, con precaución, si notaba que estábamos yendo demasiado rápido quería frenar. No sé, mal, al final. Hasta que llegó el día en el que decidí tirarme al vacío, y fluir con mis miedos, pero no frenar situaciones que me hacían felíz.
Y así, 6 meses después, me pidió salir bajo unos soportales en Madrid, rodeadas de gente yendo y viniendo, totalmente absortas en la mirada de la otra y profundamente enamoradas. Le dije que sí, por supuesto, y mis miedos y mis dudas se fueron, con mucho trabajo personal y terapéutico detrás.
Anónimo
Envía tus movidas a [email protected]