Siempre he querido escribiros y nunca he tenido razones para ello; me encanta el trabajo que hacéis, las historias que contáis, los conocimientos que enseñáis y lo bonito que entretenéis a cambio de nada. Siempre he querido que me pasara algo genial para poder escribiros y jamás pensé que sería algo así: mi abuela ha confesado que es lesbiana con 87 años.

Yo no llegué a conocer a mi abuelo, falleció cuando mi madre era joven, así que mi abuela ha sido viuda de toda la vida para mí. Ahora mismo está en una situación delicada, la tenemos ingresada en el hospital con un problema de estómago y está muy marchita.

Yo tengo la sensación de que va a fallecer porque cada vez que estoy con ella en el hospital hablamos, pero nunca como solíamos hacerlo. Mi abuela y yo tenemos una relación increíble, yo todos los días voy a verla, la he enseñado a leer y a escribir por las tardes (ella solo sabía poner su nombre) y no sé si lo he hecho bien o mal, pero El Principito se lo llegó a leer así que tan horrible no fue.

Mi abuela me ha confesado que es lesbiana con 87 años

Lo que quiero decir es que siempre hemos tenido una relación muy estrecha, siempre me ha contado sus mil batallas, sus mil recetas y me ha enseñado sus mil vestidos preciosos de cuando era moza; pero nunca la he oído hablar como me habla estos días, hay algo distinto. No sé si es su voz, si es su manera de perderse en sus propios recuerdos, si es mi sensación.

Siento que está pidiendo perdón a todas las personas que han pasado alguna vez por su vida y han tenido algún problema, siento que está agradeciendo a los seres humanos que la han ayudado alguna vez, siento que está saldando cuentas en su mente para irse en paz. Y yo tengo la suerte de estar sentada al lado, escuchando cómo lo hace en voz alta. 

Me ha hablado de la madre de mi abuelo, de cómo su suegra María no la quería para su hijo, de cómo ella se enfadó, de cómo hirió su orgullo, de cómo fue capaz de estar años sin dirigirle la palabra. «Tú no hagas eso cariño, que el orgullo no te impida rodearte de gente buena. Tu bisabuela era buena, ojalá yo hubiera hecho mejor las cosas…»

Y a mi se me empañan los ojos porque la veo, porque tengo claro que le encantaría tener delante a la bisa para pedirle perdón, para decirle que ojalá lo hubiera hecho distinto, que no guarda rencor, que solo era una chiquilla. Porque siento que se está despidiendo de su vida y a mí se me parte el alma porque no puedo hacer nada más que acompañarla.

Como quien no quiere la cosa anoche me confesó que era lesbiana. No me lo dijo así, a los cuatro vientos, me lo dijo sin saber lo que decía. No recuerdo las palabras exactas, pero voy a intentar escribirlas lo más fiel a la realidad que recuerdo, mientras la escuchaba yo solo podía pensar: «guarda esto en tu retina, guarda esto en tu retina». 

Desde chica Encar ha sido mi amiga, mi amiga Encar, ¿sabes quién te digo, no? Bueno, claro que lo sabes, si ha comido en casa muchas veces y tú te has venido conmigo a la suya. Encar la que vive en la calle Pío XII, ¿sabes ya quién? -Abuela, cómo no lo iba a saber, si estabais todo santo día juntas- Pues ella. Ella ha sido la persona más importante de mi vida, ni tu abuelo, ni tu madre, ni tú. Que a ti te quiero mucho, pero ella es que ha estado siempre y me doy cuenta ahora. 

Estuvo en mis guateques de chica, cuando conocí a tu abuelo; que yo no me quería casar con él, pero bueno, la vida entonces era así; cuando llegó tu madre, tu tío y tu tía, cuando tu abuelo faltó, cuando llegasteis los nietos… ella siempre estaba ahí. Creo que siempre hemos sido más que amigas, alguna vez con algún vino de más cuando éramos chicas no dimos algún beso tonto, pero al día siguiente hacíamos como si no hubiera pasado…

Abuela, ¿estabas enamorada de Encar? 

Pues yo creo que sí hija, pero como los tiempos eran los que eran, pues nos conformamos con ser amigas; pero si hubiéramos nacido en estos días seguro que hubiéramos vivido una vida diferente. Pero bueno, de eso no nos podemos lamentar, hemos sido muy felices juntas y eso es lo importante. 

Y me ha dolido un poco el corazón al escucharla mientras se le empañaban los ojos, porque mi abuela no tuvo su historia de amor, porque a pesar de que fuera recíproco las dos se quedaron con ganas de amar, porque a veces se nos olvida la suerte que tenemos hoy en día en este país.

Hay mucho por hacer, hay mucho por luchar y mucho por ganar, pero si una echa la vista atrás se da cuenta de que algo, aunque sea poquito, hemos avanzado. Así que amad en libertad; por mi abuela, por Encar y por todas las personas que tuvieron que amar en silencio. 

 

Anónimo

 

Foto de cottonbro en Pexels