Acabo de escribir este testimonio por primera vez desde que me pasó, hace unos meses. Hay una cuenta en IG que me ha animado (@denunciatubar).

Soy seguidora de vuestra página y de vuestro blog consultorio y demás movidas cotidianas. Sé que esta no es divertida (prometo contaros algo más jugoso en otra ocasión ), pero para bien o para mal, esto me ha pasado, y os lo dejo por si puede ayudar en algún momento a cualquier persona: 

Había conocido a un chico por Telegram (hay una opción que te muestra a personas que están cerca de tu ubicación). Estuvimos días hablando y parecía un tipo normal.

Quedamos un sábado por la tarde para conocernos. He tenido más «citas Tinder» y no me pillaba de nuevas, o eso pensaba.

Estuvimos tomando un par de calimotxos y después una copa. Todo parecía indicar que nos gustábamos, hasta que en una taberna mientras tomábamos un gintonic, nos besamos. 

Empezaba a acercarse el toque de queda (23h) así que decidimos pasar la noche juntos en un hotel. Él se encargó de reservarlo y pagarlo. Y por primera vez dije, pues sí, me dejo invitar. 

Cogimos algo más de alcohol para beber en la habitación y unos kebabs para cenar. 

Llegamos al hotel y solo recuerdo beber un par de tragos de un vaso blanco de plástico. Soy bebedora ocasional y no había bebido tanto como para lo que os voy a contar ocurriese (aunque obviamente lo dudé). 

Recuerdo estar desnudándome con él y echarnos en la cama después de ese primer trago, y lo siguiente que recuerdo es ser penetrada y manoseada en dos posturas, en flashes. También tengo un flash sentada en el baño, haciendo pis.

A la mañana siguiente me desperté todavía borracha (o drogada), con un dolor de cabeza horroroso, y siendo penetrada por él otra vez. 

Lo curioso es que, aunque me resultaba todo muy extraño, no dudé ni me asusté. Pensé que, como en otras ocasiones, había sido una noche de sexo. En ese momento funcionaba por inercia. Solo quería que se me pasara el malestar.

Me acompañó a mi portal, de lo más cariñoso y protector, agarrándome por la espalda. De camino a mi casa, le pregunté si se había puesto preservativo (no entendía cómo yo no había tenido control sobre ese momento y esa decisión cuando siempre es así). Me convenció que todo estaba bien y me dejó en el portal.

Llegué, aún borracha, y caí redonda en la cama. 

Horas después desperté y empecé a flipar. Nunca jamás había estado tan borracha como esa noche. Nunca había tenido lagunas con esa intensidad (bueno, ni con ninguna), ni había tenido tan poco control sobre mi cuerpo y mis acciones. 

Le pregunté, se rió y le quitó importancia. También me di cuenta de que tenía un golpe en el ojo. Aún no sé por qué. 

Tomé la pastilla del día después. Y pedí cita para ginecóloga y análisis, para descartar cualquier ETS. (Todo correcto). También fui a urgencias a mirarme el moratón del ojo, porque me dolía bastante. Y me vi, allí, mintiendo sobre cómo me lo había hecho. Convenciéndome que no me habían drogado ni violado. 

Le pregunté por teléfono pero al seguir insistiendo en completar la información, dejó de contestarme. Y mis conclusiones también aparecieron con los días. Algo había ido mal. Pero no entendía que me hubiera drogado si yo estaba predispuesta a tener sexo con él. En mi razonamiento no encajaba, y seguía culpándome y pensando que yo misma me pasé con el alcohol. 

A la semana llamé a mi psicólogo, y él me ayudó a encauzarlo. Hay hombres que por sus inseguridades prefieren drogar para no ser juzgados, y también los hay con gustos sexuales donde la mujer sea una muñeca de trapo. Y lo fui entendiendo. Incluso cuando quieres tener sexo y das tu consentimiento, te arrebatan tu voluntad porque prefieren hacerlo así. 

Así que fuimos a la policía, recogieron mi testimonio, aunque sin analíticas del día posterior no había pruebas ni nada que hacer. Dejé los datos que conocía de él, por si acaso. Y me marché.

Hice todo lo que estuvo en mi mano, y después, descansé. 

Es algo raro que siempre estará ahí, pero en mi caso, intentar todo lo que legalmente y médicamente se podía hacer, fue útil para poder conciliar el sueño. 

Y aún hoy escribo esto con miedo a que la gente piense que bebí demasiado. 

 

Un abrazo a todas.

 

Anónimo