Primera cita en mucho tiempo después de varios fracasos Tinder, cuando por fin decido darle una oportunidad a un moreno con buena pinta al que llamaremos Paco.

Así que ahí estábamos, Paco y yo, sentados en una taberna medio cutre con luces parpadeantes y demasiado olor a fritanga. Me había insistido en que era «un sitio con encanto», así que decidí darle el beneficio de la duda. Bueno, resulta que no solo conocía el sitio, sino que parecía conocer muy bien a la camarera.

Vamos, que cuando la chica nos trajo las bebidas, parecía más una reunión de viejos amigos que una transacción de cliente a trabajador. Y no solo eso, cuando se inclinó para dejar las copas sobre la mesa, le dio un golpecito en el hombro y le susurró algo al oído que provocó que ambos estallaran en risas. Risitas cómplices, vaya.

Así que, por supuesto, como mujer curiosa y algo cotilla que soy, no pude evitar preguntar. «¿La conoces de antes, Paco?» Su cara se tornó un poco más pálida, pero intentó disimularlo con una risa nerviosa. «Bueno, es que… resulta que es mi ex-novia, Marta.»

¿En serio me había llevado a una cita en el bar donde trabaja su ex? Decidí jugar un poco con él, después de todo, la situación era tan ridícula que no pude evitarlo. «Vaya, qué casualidad, Paco. ¿Y cuál es el siguiente punto en nuestra ruta romántica? ¿La casa de tu ex-suegra?»

La cara de Paco fue todo un poema, pero la noche aún guardaba una sorpresa más. Marta, la ex, volvió a nuestra mesa con unas patatas bravas que no habíamos pedido. «De la casa», dijo guiñándome un ojo.

Ahí sí que casi me ahogo con mi refresco. Me entró la risa floja, de esa que no puedes contener ni queriendo.

Fue entonces cuando decidí darle la vuelta a la tortilla. «Me parece que este sitio es maravilloso. Es más, ¿qué te parece si invito a Marta a unirse a nosotros?» Los ojos de Paco casi se le salen de las órbitas y Marta soltó una risotada. «Encantada, guapa, pero solo si prometes no traer a Paco en la próxima cita que me tiene aburrida con las visitas de sus conquistas».

Ahí estaba yo, disfrutando de unas patatas bravas en un bar de mala muerte, riéndome con la ex de mi cita. Al final, salí del bar con una nueva amiga y una historia para contar. No volví a quedar con Paco, pero volveré a ese bar. Al fin y al cabo, nunca se sabe dónde puedes encontrar una buena amiga… y una buena patata brava.

 

** Relato escrito por una colaboradora basado en la historia real que comentó una Loversizer en FB.