Me especialicé en un subsector del marketing digital cuya demanda ha caído un 33% con la irrupción de la IA generativa. Me llegan menos encargos y la fluctuación mes a mes puede ser de cientos de euros. Así que ahora me estoy planteando explorar otros subsectores de mi campo para agregar competencias e intentar ampliar mis posibilidades. Pero claro, ¿quién me va a contratar para ciertos procesos si no tengo experiencia? Esa es mi tesitura.
El autoempleo es difícil por las tareas corporativas y de formación obligatorias que tienes que sumar al trabajo propiamente dicho, si quieres seguir teniendo un perfil competitivo. Ahora, a todo eso, agregamos un nivel de incertidumbre que veo más alto que nunca. Todo está cambiando demasiado rápido en las profesiones digitales. Surgen herramientas y dinámicas nuevas que hay que dominar. Si no lo haces tú, lo hará otro. Mantener un perfil competitivo cuesta tiempo, esfuerzo y dinero.
Para quien se sienta a salvo: no solo afecta a las profesiones puramente digitales. Matemáticos, gestores, contables, periodistas, secretarios jurídicos, administrativos o traductores también están entre los profesionales más expuestos al impacto de la IA. A estas alturas, he llegado a pensar en hacer un curso de cocina y venderle pastitas a mis vecinas para que se las tomen con el café.
Cómo lo estoy gestionando
Una no se desprende de la sensación de volver a estar en la casilla de salida, o de que ha perdido varias fichas cuando llevaba la partida medio avanzada. Fácil no es, pero:
- Cero culpa. Tengo la tranquilidad de saber que me he esforzado cuanto he podido a lo largo de la vida. Siempre he estado formándome o trabajando, pero no puedo controlar lo que pasa en el mundo. No es momento de revisar entre lamentos las decisiones que tomé en el pasado, que fueron meditadas.
- Resiliencia. Madurar es entender que la vida es dura, punto. Y no lo digo como sinónimo de infelicidad e insatisfacción, hay muchos momentos en los que experimentar plenitud, alegría y bienestar. Lo digo como manera de dejar de esperar que llegaré a un punto de estabilidad y solvencia suficiente, y viviré tranquila. Puede que no pase, así que intentaré vivir mi vida como pueda, adaptándome al contexto.
- Un plan. Un itinerario definido y planes B, C o D pueden ser un bálsamo contra la sensación de incertidumbre. Una hoja de ruta a la que adherirse, pero que sea lo bastante flexible.
- Terapia. Sin un estado emocional en plena forma, todo esto es mucho más difícil de asumir.
Al menos, no se me ha despertado el instinto maternal porque, con la inestabilidad económica que arrastro, el deseo de ser madre y no poder solo aumentaría la frustración. Sí, es triste considerar esto una ventaja.
El mundo que se nos viene
En su día aprendimos que la volatilidad de los trabajos era mucho mayor que en la época de nuestros padres (los de la generación del “baby boom”). Adiós a eso de pasar toda tu vida laboral en un mismo sitio. Ya hace tiempo que pasamos a otro nivel: adiós a realizar la misma profesión siempre, aunque sea en diferentes empresas y puestos.
El escritor Yuval Noah Harari lo explica en 21 lecciones de historia para el siglo XXI:
“No tenemos idea alguna de cómo será el mercado laboral en 2050. Por lo general, se está de acuerdo en que el aprendizaje automático cambiará casi todos los tipos de trabajo, desde la producción de yogures hasta la enseñanza del yoga. Sin embargo, hay opiniones contradictorias acerca de la naturaleza del cambio y de su inminencia. Algunos creen que apenas dentro de una o dos décadas miles de millones de personas se volverán innecesarias desde el punto de vista económico. Otros creen que, incluso a largo plazo, la automatización seguirá generando nuevos empleos y mayor prosperidad para todos. Así pues, ¿nos hallamos a las puertas de un período convulso y terrible, o tales predicciones son solo otro ejemplo de historia ludita infundada?”.
Nada de dejarse vencer por el desánimo. El desánimo lleva a la apatía y la apatía a la inacción y a situaciones peores. No solo no soluciona nada, sino que lo empeora todo. Como dice mi madre: “La vida hay que tomársela tal y como venga”, es decir, sin anticipar y afrontándola de la mejor manera posible. En ello estoy.
Esse