A mí Tinder nunca me había servido para mucho más que para dar con algún que otro machirulo que hacía “mucho ruido y pocas nueces”: Calentaban el asunto, empezaban con el sexting pero a la hora de la verdad nunca podían quedar. Mis amigas insistían en que siguiera probando a ver si conocía a alguien con quien al menos darle una alegría al cuerpo, que nunca viene mal. 

Un dia hice match con Iker, un chaval vasco que estaba en Madrid estudiando Ingeniería. Un morenazo de ojos verdes, deportista, al que según ponía en su perfil le encantaba viajar y los animales. Empezamos a hablar de manera cordial y por una vez agradecí que no fuera tan a saco con los mensajes guarros nada más conocernos. Como su facultad quedaba cerca de mi casa, a la semana decidimos quedar en un bar cercano para conocernos y tomar un café. La cita fue bien, sobre todo teniendo en cuenta mi poca experiencia con ese tipo de citas y mi falta de confianza en que salieran bien. Iker parecía un chico maduro, con las ideas claras, me dijo que le gustaba pero que quería ir poco a poco para conocernos y a mí me pareció una ideaza. Desde ese día hablábamos muy a menudo, a veces iba a recogerle a la facultad, otros me esperaba él a la salida del trabajo y caminábamos juntos hasta casa, cenábamos…No sé, lo que para mí era empezar a conocer a alguien. Durante más de un mes entre nosotros solo había habido besos y algún que otro roce cuando la cosa se ponía calentita pero él siempre decía que prefería esperar un poco más para que fuera más especial. No era algo que me molestara especialmente aunque tampoco le encontraba mucho sentido pero la verdad que era súper cariñoso conmigo, muy detallista, me hacía sentir especial y tenía mucho don de la palabra. Vamos, que tenía todas las papeletas para que me pillara de él. 

A los dos meses de conocernos me propuso tener una cita especial en su casa. Todo apuntaba a que iba a ser el día en el que por fin íbamos a tener más que besos así que me preparé para la ocasión y me planté allí con una botella de vino y el look más sexy que tenía. La noche fue increíble: cenamos, bebimos, reímos y él preparó el dormitorio con una luz tenue y un olor súper rico a incienso. Supongo que fueron las ganas que nos teníamos las que hicieron de ese polvo uno de los mejores de mi vida. Era como hacer el amor lento, sin prisa, disfrutando bien cada momento pero con las ganas y la intensidad de cuando te mola mucho alguien y llevas tiempo con eso dentro. Él fue súper atento conmigo, preocupándose por cómo hacerme disfrutar y con cada cosa sumaba más y más puntos a su favor. Esa noche dormí en su piso y a la mañana siguiente nos despertamos temprano porque él tenía que ir a la Universidad. 

Al despertar le noté un poco frío comparado con la noche que habíamos tenido pero no le di más importancia porque yo también soy bastante muermo recién levantada. Nos despedimos con un abrazo y un beso y quedamos en hablar durante el día así que todo parecía ir sobre ruedas. Por la tarde le escribí para ver qué tal le habían ido las clases y me respondió al cabo de las horas con un “¡Hola! Bien, gracias por preguntar” que me pareció frío de la hostia. Pensé que habría tenido un mal día y le di el espacio que yo suelo necesitar. Pasé todo el día siguiente sin noticias de Iker. Por la noche le escribí y volví a recibir una respuesta fría. No he tenido mucha experiencia con hombres pero cuando alguien está pasando de ti así de descaradamente se nota, así que le pregunté directamente qué le pasaba, si había roncado mucho cuando dormimos juntos o había hecho algo que le molestara. Se limitó a responder con un “No, no me pasa nada” y honestamente querida, una ya no está para estas tonterías. 

Dejé pasar los días para ver si me escribía o se interesaba por mí pero cuál fue mi sorpresa al ver que, 10 días después de habernos liado, Iker me había bloqueado de WhatsApp y Tinder. Sentí rabia. Empecé a llamarle, sin éxito, porque realmente necesitaba saber qué coño había pasado. Es difícil no sentirte culpable cuando alguien desaparece así, de la nada, y más cuando entre nosotros todo parecía ir tan bien y somos ya dos personas adultas que pueden hablar las cosas sin problema. ¿Para qué preparas una cita romántica? ¿Para qué esperas dos meses a acostarte conmigo y hacerlo especial? ¿Para luego largarte así? 

No os voy a engañar: el primer pensamiento que tuve fue pensar que quizás soy un absoluto desastre en la cama, cero apetecible para los hombres y que por eso Iker hizo semejante bomba de humo. Tranquilas, solo me duró un rato. El tiempo de asumir que no puedo hacerme responsable de todas las decisiones que toman los demás. Me jodió, sí. Me jodió mucho. Honestamente hubiera preferido que no vendiera un interés más allá del sexual si iba a desaparecer justo después de meterla. No he vuelto a saber nada de él desde aquel día ni tampoco he hecho por saber, la verdad. Una vez digerí todo y me liberé de cargas que no me tocaba llevar, decidí que si había preferido desaparecer no iba a ser yo quien lo impidiera pero noto que esta historia ha marcado un antes y un después en mi forma de relacionarme con los hombres. Sé que quizás antes pecaba de inocente pero ahora me da miedo no volver a confiar en ninguno por miedo a que se repita esto.

 

Anónimo

 

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