ME QUEDO CON MIS LORZAS

 

Ayer fue un día triste y dramático en mi casa. Ayer fue un día que preferiría olvidar. Ayer….tuve que comprarme un bikini.

Ya llevaba tiempo aplazándolo. Había hecho varios intentos en los que poco a poco iba avanzando hacia mi objetivo. Un día llegué hasta la puerta de una tienda, otro día, incluso hasta tuve un par de bikinis en la mano y otro día, haciendo un alarde de valentía incluso llegué a probarme uno (y a dejarlo en su sitio dos minutos después negándome a aceptar lo que me acababa de enseñar el espejo del probador).


Pero de ayer no podía pasar, empieza a hacer calor de verdad y no pasará mucho hasta que los niños me supliquen de ir a bañarse al lago y me estoy quedando sin excusas.

Así que respiré hondo y me atreví a ir a comprarme un bikini. De repente ahí me tenéis, en el pasillo de los trajes de baño, intentando deducir con la mirada cual será el milagroso que me esconda las lorzas que juro por Dios que no sé como han llegado hasta mi cintura.


No era la única, un par de señoras más me acompañaban en mi trance con la misma cara de circunstancia (es decir, la del corderito que se va al matadero) eligiendo bikini.


Y es que no entiendo la manía de enseñarlo todo cada vez que se acerca el buen tiempo. Que los hombres lo tienen más fácil, ellos se planta las bermudas y no van por ahí enseñando sus encantos, pero nosotras, que debemos ser idiotas por naturaleza, nos agarramos a la moda del «vamos a enseñarlo todo» como si no hubiera opción.

En fin, al lío.
Al final opté por un bikini con un estampado horroroso y demasiado llamativo para mi gusto (se ve que ya no se llevan los negros) pero que pensé que era el que mejor me iba a disimular….el culo, el pecho, la barriga….¡¡¡todo!!!.

Y me tenéis ahí, en el probador, en paños menores, con un bikini hiperllamativo (que no me pega para nada) y además sin depilar porque una ya no tiene tiempo para esas minucias a no ser que le vaya la vida en ello, escrutando casi cientifícamente si ese era el mejor bikini al que puedo optar esta temporada.
Y sí, al final me lo compré, pero la imagen me persigue desde entonces.


¿De dónde han salido esas lorzas? ¿Cuándo me ha crecido así el culo? ¿Desde cuándo mi pecho ya no está en su sitio?.


No me consuela eso de «estás estupenda….para haber tenido cuatro hijos« (que siempre me mata cuando añaden la coletilla y te dan ganas de darle una patada en la boca a quien ha dicho semejante frase) porque siempre se conoce a alguien que ha tenido los mismos hijos y está estupenda de la muerte que casi podría tener diez más y no se notaría.


También, seamos sinceros, el tiempo va pasando, que ya no tengo 20 lozanos años en el que todo pasa y nada te deja huella, en el que puedes pasarte noches sin dormir y no tienes ojeras, ni arrugas, ni canas. Y sí, para que engañarnos, he tenido cuatro hijos que me han llenado de lorzas, de estrías y me han destrozado el cuerpo de tanto bailar hip hop cuando estaban flotando en su burbuja.

La verdad es que estas dudas existenciales me duran poco, lo justo para plantearme hacer un régimen y apuntarme a un gimnasio y me doy de bruces con la realidad. Jamás sacaría tiempo ni ganas para ir al gimnasio o para hacer deporte, ¿qué dices? ¡¡¡con lo que eso cansa!!!. ¿¿¿Y hacer un régimen estricto???  Con los heladitos, las paellas que ya se van acercando, las macedonias de fruta fresquita, las cervecitas en las terrazas….creo que me pondría de más mala leche estar un mes a dieta que un día yéndome a comprar un bikini (y la semana posterior de recuperación del trauma). Así que por ahora no me compensa.


Al fin y al cabo no voy a ser más feliz por estar tres o cuatro kilos más delgada (o por tener un vientre más plano). Mis hijos no me van a querer más, no voy a tener más amigos o disfrutar más de la vida, así que por ahora….¡¡¡me quedo con mis lorzas!!!

Total, las mujeres somos geniales, maravillosas y estupendas y el «trauma del bikini» solo dura hasta el segundo día de playa. Lástima que para llegar a él haya que pasar por el primero.

 

Burotachos