Hace dos semanas que me robaron y todavía no sé cómo me siento. Enfadada, dolida, frustrada… Supongo que todo a la vez. He perdido (todavía más) la fe en la humanidad. Siento un profundo hastío y quiero contaros esto para que, si esta forma de actuar se pone de moda, sepáis cómo actuar.

Un martes cualquiera, saliendo del supermercado, me fui directa a mi coche a vaciar el carro de la compra en el maletero cuando vi a una chica salir con una bolsa casi vacía. Yo había aparcado muy cerca de la puerta, así que pude verla bien de cerca. Fui a devolver el carro a su sitio y me senté en el asiento del conducto, dejando mi bolso en el asiento de al lado. Me quedé un minuto absorta mirando al infinito mientras sonaba en la radio una canción que hacía años que no oía cuando me sobresalté al oír unos golpes en el maletero, como si llamasen a la puerta. Miré por el espejo retrovisor y vi a la chica que había salido después que yo apoyada en mi maletero, sujetándose la cabeza con la mano que tenía libre de bolsas.

Salí rápido a ver qué le pasaba. Me dijo “Me mareo”. Y desde ahí todo fue muy rápido. Yo le sujeté un brazo y quería indicarle que se sentase en el suelo, cuando oí la puerta de mi coche cerrarse y, sin más, ella echó a correr. Tardé unos segundos en entender la situación, entonces vi que el chico que corría un poco por delante de ella llevaba mi bolso en la mano.

Excusaba correr, no valdría de nada. Además eran dos y yo solo una y mi niña estaba en el asiento de atrás sentada y abrochada. Grité muy fuerte “¡Ladrones!” por si alguien llamaba a la policía o era capaz de pararlos, pero no fue así.

Cogí en brazos a mi hija y entré rápido en el super de vuelta. Le conté a la cajera lo que me había pasado y le pedí que me dejase llamar al banco para anular las tarjetas y bloquear las cuentas. Ella, muy amable, me dejó su teléfono personal mientras, con el teléfono de la empresa, llamaba a la policía.

Llamé al primer banco. Todo estaba en orden, bloqueé la cuenta y las tarjetas sin problema. Pero había otra cuenta en otro banco. Cuando llamé me dijeron que estaban intentando localizarme, pues les parecía extraño que estuviese haciendo tantos movimientos raros a la vez, pero no cogía el teléfono. Claro, también me lo habían robado.

En el tiempo que tardé en llamar a este banco, habían pagado en un almacén de allí al lado una compra por valor de 600 euros y se habían hecho hasta 3 transferencias de 1000 euros a distintas cuentas desde el móvil.

Yo no podía parar de llorar. Menos mal que no se habían querido llevar el coche, mi hija estaba dentro y sólo podía pensar en el peligro que había corrido sin saberlo. Me habían dejado incomunicada, se habían llevado mi cartera con la última foto juntas de mi hermana y mía antes de que falleciese el año pasado, se habían llevado el primer chupete de mi hija, que usaba como llavero, se habían llevado… Pues un montón de cosas que acabarán en un contenedor que no quieren para nada, pero que para mí valen más que esos más de 3000 euros que me habían robado.

Puse la denuncia y ojalá los pudieran coger pronto, pero sobre todo, ojalá no me los cruce más porque tengo sus caras grabadas en mi retina y, con la rabia que siento, no sé de qué sería capaz.

Por favor, tened cuidado con estos robos, se aprovechan de la buena fe y te dejan sin un duro.

 

 

Escrito por Luna Purple, basado en una historia real.

 

 

 (La autora puede o no compartir las opiniones y decisiones que toman las protagonistas).

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