En mi grupo de amigos somos un poco cabrones.

Se llevan mucho las bromas, algunas de ellas un poco pesadas, las apuestas y las novatadas. Cada vez que hay una fiesta, cumpleaños o despedida de soltero, la cosa se lía y todos participamos en hacer algo memorable.

Por ejemplo, en uno de los cumpleaños, mi novio y yo fingimos una discusión tremenda para acabar haciendo una coreografía tipo flashmob con todos los invitados. O, en la despedida de soltero del mejor amigo de mi novio, le regalamos un “salto de puénting a ciegas”, le llevamos en coche con los ojos vendados a un sitio que habíamos preparado para que pareciera que hacía puénting, un conocido le explicó todo como si fuera el monitor, le pusimos un arnés y le hicimos saltar de la altura de un bordillo.

En el grupo somos así, nos va mucho la coña y el riesgo, yo me reía mucho hasta que me tocó a mí.

Mi novio y uno de los chicos empezaron una discusión absurda sobre quien podía hacer más dominadas. Se empezaron a picar y me acabé metiendo yo. Sabiendo que mi novio va casi cada día al gimnasio y que está muy en forma, metí caña y pinché al otro chico.

Este se vino arriba y dijo que, si tan segura estaba, apostásemos. Le dije que encantada, que lo que el quisiera, a lo que él respondió: un tatuaje.

El que ganase, elegiría qué tatuaje se hacía el otro. Yo miré a mi novio para ver su cara, y como no estaba horrorizado, acepté el trato. El chico y yo nos dimos la mano para zanjar el asunto, y empezó el campeonato de dominadas.

Al principio mi novio iba ganando clarísimamente, pero luego empezó a flaquear y el otro chico ganó terreno. Yo me puse muy tensa y mis ánimos se convirtieron en exigencias, gritos y súplicas. No parecía que la cosa fuera a remontar, así que me resigné y esperé a que el otro chico celebrase su victoria y viniera a reclamar su premio.

Me dijo que estaba a tiempo de echarme atrás, pero mi orgullo no me lo permitía y además estaba segura que si me retiraba, él no iba a permitirlo.

Quedamos una semana después para ir al tatuador. Yo podía elegir el lugar del cuerpo y él escogía el diseño. Pactamos que no sería muy grande, algo que se pudiera tapar con facilidad, y que no tendría componentes sexuales, tipo tetas, penes…

El día que habíamos quedado, mi novio me acompañó. Creo que los dos teníamos la esperanza de que su amigo de echase atrás, pero no pasó. Ahí estábamos los tres, explicándole al tatuador que me iba a hacer un parche en el brazo derecho, pero que yo no podía saber que era, porque lo elegiría mi amigo.

El tatuador no se sorprendió, supongo que éramos los primeros ni los últimos en hacer algo así.

Mi amigo estuvo ojeando diseños en unos álbumes de allí, por si veía algo que le llamase más la atención, pero finalmente se giró hacia mi novio, y le dijo que le cedía el derecho de elegir.

Le enseñó varios diseños diferentes y le dijo que eligiera cual de ellos me tatuaría.

La cara que puso fue un poema, contra más tiempo miraba los diseños, peor cara se le ponía. Le pedí que cogiera el menos llamativo y feo, a lo que me contestó que era imposible, que todos eran terribles y que por favor no le odiase.

Toda la espera me estaba poniendo nerviosa, así que les pedí que se dieran prisa. Mi novio escogió el diseño, se lo enseñó al tatuador y éste lo imprimió para hacerme el calco. Me lo puso sobre el brazo y retiró el papel.

Yo estaba intentando no mirar, pero me dijo que me lo mirase en el espejo antes de que empezase con la aguja, por si quería mover el sitio o la inclinación. Dije que prefería no mirar y mi novio insistió en que mejor lo viera.

Me fui hacia el espejo y al girar el brazo, vi que, dentro de un círculo de espinas, tenía las palabras: ¿Quieres casarte conmigo?

Me giré y vi a mi novio hincando rodilla, al tatuador sonriendo y a nuestro amigo grabándolo todo. Les pregunté si iba en serio y mi novio me enseñó el anillo.

Me repitió las palabras y yo, entre lágrimas, solo pude decir que sí.

Evidentemente, no hubo tatuaje. Cuando salimos de la tienda, estaban ahí muchos de nuestros amigos para celebrarlo con nosotros y me contaron que todo estaba planeado des del concurso de dominadas. Que sabían que yo iba a picar y que mi novio se dejó ganar.

Fue un día rarísimo pero muy feliz. Iba a por un tatuaje y me llevé otra cosa para toda la vida.

 

Anónimo

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