Están presentes en nuestra vida desde tiempos inmemoriales, cuentan con tantas amantes como detractoras y luchan por no ser unas olvidadas en un cajón. Sí, os hablo de las medias transparentes, esas medias color carne o color natural como dice la caja de las últimas que me compré. Esas medias que, en teoría, no deben notarse y deben estilizar las piernas. Y digo en teoría porque en el mundo de las medias transparentes se ha visto de todo.

¿Amarlas u Odiarlas?

He ahí la cuestión. Hay grandes detractoras que abogan por la desaparición de estas medias y si echáis un vistazo a este post encontrarás motivos para odiarlas pero, en serio, creedme, en ocasiones la vida con medias transparentes no está tan mal.

En los últimos tiempos han quedado un poco retraídas por el boom de las medias tupidas y de colores que me encanta pero siempre tengo en casa un par de medias transparentes para un por sí acaso…

…por si acaso aún no es Semana Santa (que de toda la vida marca el inicio de andar con las piernas al aire, al menos en mi casa) y un sábado me apetece ponerme esa falda que no pega con ninguna de las medias de color que tengo.

…por si voy a una boda de corto y dudo hasta el último momento si llevo medias o no. Mamá, sí lees esto, lo sé, medias siempre en una boda. Aunque me las quite a mitad del cóctel.

…por si se me rompen las medias que eran mi plan A. De lo fácil que se rompen las puñeteras medias sobre todo cuando no tienes otras a mano se debería hacer una tesis. 

…por todos los por si acaso del mundo. 

Amarlas.

Las medias transparentes, bien elegidas, como los tíos y todo en esta vida, te arreglan esos días de invierno en los que quieres lucir piernas pero no coger un enfriamiento, que ya dicen las abuelas que eso es una cosa muy mala, te salvan de que esas rozaduras provenientes de las botas de caña alta terminen directamente en la piel de tu espinilla, palian el roce tu querido muslamen al caminar, te pueden aportar un poco de color en esas piernas que aún no ha visto un rayo de sol en lo que va de año, te dismulan, si es que quieres disimularlo, esas varices, manchas o marcas que puedas tener en las piernas y, en mi caso personal, me «tapan» las veintemil cicatrices que pueblan mis rodillas. Que sí, que estoy muy orgullosa de ellas y cuentan todo lo que he vivido, pero a veces, camuflarlas, no está mal.

Odiarlas. O no.

Que sí, que me vais a decir que como puedo ir de moderna y seguir usando este tipo de medias, que son el demonio hecho prenda de vestir, que sí las de acabado brillante son malas, las mate son peor, que sí no eliges el tono adecuado parecerá que te has cambiado las piernas con el Photoshop sin tener mucha idea de hacerlo, que son dignas representantes de la moda de los años 80 y que nada de aquella época debería volver…

Pero por suerte, las medias transparentes han evolucionado desde los primeros años que las llevamos puesto, tanto en materiales, en calidad y en tonos. ¡Pero sí cada vez que voy a comprar unas me vuelvo loca buscando mi tono! Ahí estoy yo, dudando y dudando para dar con el más acertado mientras la señora de la mercería estira medias y medias sobre su puño. Puestos a contar, os cuento que yo soy más del acabado mate que del cristal (o brillo ) y que una de las cosas que me hace decantarme por las mate es que, cosas mías, se me rompen menos al ponerlas. Las medias transparentes que llevan algún motivo, están cada vez más extendidas.

Por cierto, medias transparentes también con sandalias, que aquí sí que han evolucionado: sin talón, sin puntera, de esas que se enganchan en el dedo gordo, sin puntera… Sí no encuentras tus medias transparentes ideales para el eventazo de turno es que no has buscado lo suficiente.

En serio, usar medias transparentes, aunque no lo contéis y las llaméis «medias nude» para ser más cool. En serio.