Éste parece un tema raído y de antaño. No es sencillo hablar de dinero, de género y mucho menos si incluimos la variable de las relaciones amorosas. Aparentemente hemos conseguido un mundo más igualitario, en dónde mujeres y hombres tenemos al alcance las mismas oportunidades. Lo mismo pasa con la posibilidad de tener dinero pero… ¿Afecta esto a las relaciones amorosas? ¿Tener dinero atrae a los hombres o los aleja? (Hablo en este caso de hombres por mi perspectiva de mujer heterosexual)

 

La gestión de los recursos económicos en la pareja está muy relacionada con la nutrición o desnutrición emocional desde nuestra primera infancia, al igual que nuestros modelos de aprendizaje y lo que aprendimos que es justo para nosotras; aquello de lo cual somos merecedoras.

Así crecimos en esta sociedad, siendo más o menos seguros en nuestras relaciones. Por ejemplo, un hombre seguro va a atreverse a establecer una relación con una mujer, independientemente de su capacidad económica o potencial. Por el contrario, un hombre inseguro va a tener en cuenta dichas variables para elegir una pareja; porque una mujer con menos capacidad económica que él, tiene menos probabilidades de abandonarlo en una situación de dependencia ¿verdad o no?

Además, seguimos reforzando positivamente esos modelos de masculinidad relacionados con el éxito y la capacidad de sostén. 

Existen mujeres que no dan crédito a este tipo de preocupaciones que están presentes en muchas otras mujeres. Son las típicas personas que defienden que comparten absolutamente todos los recursos en la pareja de forma equitativa y que nunca se han sentido juzgadas por aportar más o menos en su relación. Probablemente estas personas tienen la suerte de ser personas muy seguras en su relación, sosteniéndose de una forma equitativa y valorando los cuidados. Existen mujeres afortunadas que si pueden dedicarse a la crianza de los hijos sin arriesgar su futuro financiero, o que pueden decidir ser el sostén financiero de su hogar, pero seamos realistas ¿todas las mujeres son tan afortunadas? Yo creo que no. 

De la misma manera que existen hombres inseguros, las mujeres también sufrimos de inseguridad. Un ejemplo son las mujeres excesivamente dependientes que se sienten atraídas a hombres que las puedan mantener, sintiéndose así inconscientemente más seguras y a salvo. Probablemente existen muchos factores biológicos mediando relacionados con la maternidad, pero sobre todo factores sociales que hemos aprendido a lo largo de las generaciones. En la fecha actual, un hombre con capacidad de sostén nos sigue pareciendo más atractivo y mejor candidato a ser un buen padre en comparación con un hombre que no es solvente; sin basarnos en absolutamente ningún factor emocional relevante para realizar dicha predicción. 

Lo curioso es que ambos modelos inseguros están destinados a encontrarse en el camino y formar una pareja. 

 

Tan sólo un porcentaje mínimo de hombres se atreverían a verbalizar que no saldrían con mujeres de una clase social más elevada o más exitosas laboralmente. La gran mayoría de ellos se limitarían a orientar su deseo de formalizar con mujeres de clase social media o parecida a la suya, con el objetivo de evitar frustraciones en la pareja.

Pueden desear a la mujer exitosa, pero si su ego está en juego, formalizarán con la mujer más accesible y conveniente. Esto me lo explicó uno de mis mejores amigos en la barra de un bar, alegando que a los hombres les incomoda que sus parejas tengan expectativas demasiado elevadas y que ellos mismos no puedan manejar. Muy patriarcal e insegura esta explicación pero quizás brutalmente honesta. De igual manera, muchas mujeres en su interior se negarían a formalizar una relación con un hombre sin recursos porque esto les haría sentir incomodidad y desprotección. Por supuesto, no tenemos ninguna garantía de que un hombre con más recursos nos vaya a dar mejor vida, vaya a ser corresponsable, valorar el trabajo doméstico ni permitir nuestro desarrollo personal y profesional. 

Siguiendo esta ley de atracción, ser una mujer con dinero podría ser perjudicial para abrirse camino en el mercado del amor. No obstante, con la persona correcta no debería ser un problema, cuándo el éxito de nuestra pareja no supone una amenaza si no una oportunidad para crecer juntos.   

Si nuestro éxito laboral hace tambalear el ego masculino de nuestro amado, teniendo que reducirnos para encajar en el embalaje de una relación romántica… ¡ahí no es! Si huye, déjalo que se vaya. 

 

Por Lorena Álvarez @lore_lifestories