No quedan más que dos semanas para mi boda. Y no estoy preocupada por que el catering esté a la altura, ni por entrar en mi vestido ni por cualquier otro asunto relacionado con la organización del evento.

Lo que más me acojona es pensar que mis padres van a conocer a mis suegros.

Dicho esto, seguro que más de una se pone a pensar en las pelis de «Los padres de ella» pero chicas, creo que el drama que vamos a vivir en mi boda, supera cualquier película de ficción.

Mi chico y yo llevamos más de 5 años juntos y en todos estos años nos las hemos ingeniado para evitar la comida o cena entre padres. ¿Por qué? Por que a pesar de que mis padres han querido numerosas veces conocer a los padres de mi chico, él y yo, nos hemos opuesto.

Y pensareis ¿Pero por qué tanto secretismo? Pues porque mis padres son de Opus Dei. Si no sabéis que significa, os invito a que os informéis.

¿Y que pasa porque sean de Opus Dei? Pues que, cualquier cosa que se salga del ultra-conservadurismo, les pone los pelos de punta y les hace catalogar a las personas de poco válidas, frívolas o simplemente, como en varias ocasiones he oído en mi casa «personas de poca calidad».

Mis suegros son personas normales, no son creyentes, no están bautizados y además tienen una mentalidad más bien de izquierdas. Tuvieron a mi chico cuando aún eran muy jóvenes y finalmente se acabaron divorciando. Los dos han rehecho sus vidas y los dos tienen otras parejas con las que han tenido más hijos. Tanto la madre de mi chico como su padre, son personas que viven en este mundo, con las que se puede bromear y tener una conversación normal.

Mis padres son muy distintos. Mi padre no va a tener una conversación contigo si no es para educarte en economía (liberal) o en religión. No viven en 2023 y no tienen una mentalidad acorde a su tiempo, viven en los años 50.

Todo lo que se salga de lo religiosamente correcto, les parece terrorismo puro y duro.

Claro, por evitar disgustos o presiones innecesarias para que deje a mi novio, desde el principio acordamos decir algunas pequeñas mentirijillas. Cuando empezamos juntos no sabíamos que acabaríamos casándonos y ahora resulta que nos vemos en esta situación. La mitad de invitados de nuestra boda van a ser unos estirados del copón y la otra mitad va a ser gente normal con ganas de pasarlo en grande y de beber.

¿Alguien me puede explicar cómo salgo yo de esta situación? Como comprenderéis, lo que no puedo hacer es dejar de ir a mi boda.

En varias ocasiones hemos pensado en hacer un pequeño montaje, pero en realidad, el problema de la ecuación son mis padres. Porque la vida que han tenido mis suegros es completamente normal. Me jode, porque ocultarlo hace que parezca que han hecho algo mal. Para nada es así, pero sé que a ojos de mis padres, la vida que han llevado mis suegros es un disparate.

Como una vez casados, la boda no se puede anular, a mis padres no les quedará más remedio que aceptar a mi familia política y comportarse. Así que por ahora la única solución que yo veo es dejarlo pasar y esperar hasta la boda para que se descubra el pastel.

Al final, tener padres tan restrictivos y con una mentalidad tan desfasada en el tiempo te lleva a eso, a mentir y a ocultar. Porque ninguna persona es capaz de tolerar conflictos día tras día y yo ya he tenido suficientes.

Me he pasado toda la vida peleando con ellos porque quería tener una vida normal y plena. Todo suponía un conflicto en mi casa, desde la elección de amistades, hasta la elección de la ropa, pasando por cualquier tipo de decisión. La mentira acabó siendo el resultado lógico para sobrevivir en casa de mis padres.

Así que esta vez, voy a hacer mi boda a mi manera.

Anónimo

Envía tus movidas a [email protected]