Mi cosa preferida es no hacer NADA y no tengo miedo a decirlo ni a ser consecuente con mis actos.

Si pones el foco en redes sociales o en lo que cada persona espera de su vida, seguro que acabas con esta idea de que lo guay, correcto y sano es hacer cosas todo el puto día.

Es digno de admiración y en general parece que premiamos a las personas que se levantan los sábados a las 7am. Los típicos que van a correr, se duchan, desayunan, arreglan la casa, se preparan, salen a comer a un sitio súper chic, luego se van de vinos y acaban el día en una clase de yoga o en una cena romántica con un vestido de ensueño.

Y luego estoy yo, que los sábados me despierto a las 2pm. Mi rutina consiste en hacerme un moño de forma cuestionable, prepararme unos macarrones con boloñesa de bote y comerlos en el sofá. Y ya es la repanocha, si puedo estar con las tetas al aire mientras veo Terminator y me doy caña con el satisfyer hasta que dan las 8 de la noche. Cuando llega la noche a veces salgo a tomar algo y a veces no me apetece.

Luego quedas con tus amigas o vuelves el lunes al trabajo y todos cuentan lo que han hecho el fin de semana. Y no sé yo me quedo mirándoles pensando «Ostras qué cansancio de vida, con lo que me gusta a mí no hacer nada»

Tía, es que muchas veces, cuando comento que he estado en casa descansando o viendo pelis, la gente me mira con cara de: menuda looser.

Y yo me pregunto ¿Por qué soy una looser? Yo he hecho lo que he querido al igual que ellos. Ellos desean no tener ni un puto minuto en todo el fin de semana para sentarse, ok. Bueno pues yo no deseo estar ni un puto minuto del fin de semana de pies. No me parece tan terrible que mi cosa favorita sea hacer nada. No entiendo a que viene tanto juicio de valor sinceramente.

Trabajo durante toda la semana, me ocupo de mi casa y mis comidas, hago dos clases de spinning a la semana, cada dos por tres estoy viajando por trabajo. Cuando llega el fin de semana lo que deseo es tirarme al sofá, no pensar en nada y no hacer NADA.

Pero oye, debe de existir un dios del activismo y el sudor. Un pobre diablo que dice que hay que hacer rutas por el monte, pasar el fin de semana fuera y mil cosas más. Y si no haces cosas chachis para poner en redes sociales, no eres nadie. ¿Cuántas veces he oído eso de «tienes que aprovechar tu tiempo libre»?

¡Anda que os den por culo! Yo elijo lo que elijo porque me gusta, me hace feliz y para mí es una manera muy lícita de pasar el fin de semana. Tu no sabes cómo me siento yo cuando llega el viernes y sé que me esperan dos días de desnudez, corridas y macarrones. Te juro que se me ilumina la cara, el alma y hasta el chocho.

Y si te apetece sentirte superior y tomarte libertades para juzgarme, porque crees que lo que tú haces es mucho más chachi te voy a decir una cosa. Estar delgado es de pobres, los que corren de algo están huyendo y las personas que no pueden estar consigo mismos solos y en silencio es porque se caen a sí mismos de puta pena.

Mi cosa preferida es no hacer NADA. Señores, tenemos que aprender a dejar el martillo del juicio final tranquilo y empezar a respetar las libertades ajenas por favor. ¡Que no es tan complicado! Que pasarme el sábado tirada en tetas desgastándome la pepitilla a corridas es tan respetable como esos maratones de actividad y socializar que os metéis entre pecho y espalda.

Sé de buena tinta que no estoy sola en esto, sé que somos muchas almas vagas unidas en el secretismo y la afición a los macarrones, porque en parte, nos da palo admitir cómo pasamos los fines de semana y lo mucho que lo disfrutamos.

Pero si eres una de las mías te lanzo un saludito porque sé que cuando llegue el fin de semana vas a ser inmensamente feliz.

 

Anónimo

 

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