Ella siempre estuvo allí, junto con el miedo, la frustración y mis peores pesadillas. La ansiedad me ha dado de la mano durante muchísimo tiempo. Intenté combatirla de diferentes maneras, pero ninguna de ellas surtió efecto. Me prohibió hacer muchísimas cosas, no pude realizar actividades y eso me alejó de mis amigos. Me hizo esconderme de quién soy y de cómo soy, eso me cerró puertas que tal vez no se vuelvan a abrir en un futuro. Siempre iba a por lo fácil, a por lo seguro, sin arriesgarme. 

A veces no sabía ni cuál era el mejor camino que debía tomar. La frustración me hizo compañía constantemente, daba vueltas en mi cabeza y giraba sin cesar. Solo estaban ella y mi ansiedad, la que crece constante y rápidamente. Ellas dos alimentaban y hacían que creciera mi miedo. El miedo me impedía tomar decisiones, a no poder seguir un camino libre, a ser feliz. El sufrimiento que sentía por dentro me invadía cada día más. 

Me encontraba encerrada en un laberinto sin salida, en el que me quedaba sin aliento y no podía pedir ayuda. A falta de tiempo empecé a pensar nuevas estrategias y nuevas ideas. Estaba cansada de seguir allí, sin encontrar un agujero o una puerta, así que lo rompí. Empecé a tomarme mi tiempo para hacer las cosas, cada día había una salida distinta, había un foco de luz que me daba fe de que saldría de allí. 

 

Cada vez que se abría un nuevo camino volvía ella pero yo ya estaba cansada. Toda persona tiene un ultimátum y yo no voy a ser la de menos. Estaba cansada de vivir dentro de ese laberinto. Lo veía como un problema porque me he permití verlo solo desde esa perspectiva. Si me consentí llegar hasta ese punto también podía consentir parar con todo eso. Como se suele decir, si no puedes con el enemigo, únete a él y ese fue uno de los pocos casos en que pude conseguirlo.  

A día de hoy no puedo hacer que mi ansiedad desaparezca pero tampoco puedo hacer que  me haga la vida más difícil. Ella se ha convertido en una gran parte de mi la cual me ha enseñado una gran lección después de tanto tiempo. Me quiero tal y como soy y siempre voy a tener este cuerpo, este carácter, mi gran maravilloso genio y mi humor. 

Aunque haya descubierto nuevas formas de vivir la vida, la ansiedad no se va. He podido aprender que la ansiedad es el cerebro funcionando más rápido de lo normal. La mente necesita también sus descansos, sus mimos y su cariño, el amor propio es y será siempre muy importante.

Hay que mirarlo todo siempre desde distintas perspectivas. Siempre hay mil formas de ver las cosas. Buscar nuevas oportunidades y puertas que te lleven a un destino con el que hayas soñado antes. Al final del camino te darás cuenta que la ansiedad es como una tormenta y tú eres el sol, tienes que anteponerte y decir: Aquí estoy yo. Acabará siendo cuestión de compañerismo porque al fin y al cabo a veces también tiene que llover. 

Será un paseo de toda la vida donde la que te acompañará de forma reducida será la ansiedad, pero hay que tenerla al margen ya que quién realmente importa aquí eres tú y no ella.

Julia Sotomayor