(Relato escrito por una colaboradora basado en una historia real)

Crecí pensando que mi madre me había concebido in vitro, vamos que no tenía padre, éramos ella, mis abuelos y yo, poco más.

Nunca investigué ni dudé porque no tuve motivos. Mi infancia fue normal, como la de cualquier niña, salvo que no tenía padre, pero todas esas supuestas necesidades, como nunca tuve uno, pues no pude echarlo de menos, las tenía cubiertas con mi madre, mis abuelos y sus amigas.

Tampoco es que fuéramos ricos, simplemente mis abuelos y mi madre se habían matado a trabajar para tener una vida mejor. Pero cuando mis abuelos fallecieron, heredamos varias propiedades, que no fue un imperio a lo Zara, pero para ir tirando y darnos un capricho, pues sí que nos daba.

Estaba a punto de cumplir los 18 y nunca pensé que mi vida fuera a girar tanto con un simple cambio de número. Apareció en mi vida un hombre diciendo que era mi padre, me lo tomé a coña, ni que fuera la heredera de Bill Gates, por favor. Pero empezó a darme datos y a montar una historia creíble.

Lo primero que hice fue hablar con mi madre por supuesto, la cual se echó a llorar de inmediato, el tema se complicaba bastante. Me reconoció que me habían mentido durante todos estos años, para protegerme, como si yo necesitara ese tipo de protección. Mentir para protegerme ¿de qué, de mi padre biológico, tan malo era, por qué entonces mi madre había estado con él?

Tenía demasiadas dudas que despejar y mucho por hablar, tanto con mi madre, como con este señor que decía ser mi padre. Lo primero que hice fue tomar distancia y salir de Barcelona unos días, me fui a casa de una amiga al monte, a pensar.

Imaginad que un día os dicen que vuestra vida es la que tenéis pero parte ha sido mentira y aparte hay otra paralela de la que nunca has sabido nada. Mis hermanos, mis tíos, primos, abuelos, todo eso no lo tuve porque mi madre pensó que era mejor protegerme.

El tema de que mi padre viniera por mi dinero tampoco le dejaba en muy buena posición, si de verdad fue consciente desde el principio de mi existencia, esperarse a esto para darse a conocer, me decía demasiado de él aún sin conocerlo. 

Aclaré las cosas primero con mi madre como buenamente pudimos, no fue difícil darme cuenta de lo que le dolía hablar del tema. Ella se enamoró de mi padre, se liaron, pero él ocultó su otra vida, casado y con dos hijos. Cuando mi madre se enteró rompió de raíz con él y a su vez con las ganas de tenerme.

Su deseo a toda costa era ser madre y mi padre la sirvió como esperma para concebir, así de duro y de simple. Se la jugó, le engañó y aparecí yo. Él volvió a su casa.

Se supone que mi padre se enteró de mi existencia a los ocho meses de embarazo, en un arranque hormonal y de sinceridad de mi madre, a pesar de llevar meses sin verse ni hablarse, le escribió para informar de mi pronta llegada, pero solo eso informar, no quería nada de él.

Discutieron, y se amenazaron, evidentemente, él con negarlo todo si mi madre aparecía con el cuento a su mujer y ella con matarlo si pretendía ejercer de padre. Nací, no pasó nada, la versión original fue que mi madre se había sometido a un tratamiento y todos tan felices.

Bueno, ahora mismo yo estaba muy enfadada y no entendía por qué se me había ocultado esa información, merecía saberlo y decidir por mí misma. Claro que tampoco tengo claro que, de haberlo sabido, si me hubiera presentado en su casa pidiendo una prueba de paternidad o lo que sea que se haga en estos casos, para meterme en su vida.

Hasta esa tarde en la que él apareció y me cambió la vida. Nunca fui de blancos y negros, quizá por llevar la contraria a mi abuela, que si lo era y bastante, entonces mi opción era abrirme a conocer a mi supuesto padre, biológico, y dar esa oportunidad que él reclamaba.

Mi madre me advirtió sobre sus intenciones, siempre había sido un vago que había vivido de su mujer y el dinero que la familia de ella tenía, las dudas sobre sus verdaderas razones para este acercamiento sobrevolaban por todos lados.

Por otra parte, me podía la curiosidad de saber y conocer, y necesitaba dar esa oportunidad de explicarse, aunque sobre el papel todo estaba claro. Ni siquiera había pensado en la idea de tener dos hermanos mayores con los que compartir cosas, pero que en estos momentos serían dos extraños para mí.

Quedamos para comer, me harté a hacer preguntas, su amabilidad me dio cierto rechazo, tenía 17 años pero no era boba y me estaba intentando camelar de una forma muy sibilina, justo como mi madre me había advertido, ya que con ella lo hizo igual.

Mis preguntas directas quedaban sin contestar, solo quería meterme en su vida y sacarme de la que hasta ahora había sido la mía, y tampoco había estado tan mal hasta ahora. La decisión sobre su espacio en mi vida dependía de mí, no de él y sus imposiciones.

Todo fue bien, quiero decir, él fue amable y casi cariñoso, hasta que mostré mis dudas sobre sus fines de forma sólida y constante que su temperamento salió a relucir. Que insultara a mi madre de forma rastrera, cuando en el fondo ella no se había aprovechado de él más allá de una simple semillita, fue el detonante para levantarme y largarme. Pero no acabó ahí la cosa.

Su insistencia me agobió, llegó casi a amenazarme, sufrimos mucho mi madre y yo, ella no tenía claro dónde estaría su límite para con nosotras y su fin de, dinero, en el fondo esto era todo por dinero. Por amor me hubiera buscado hace muchos años.

Nos amenazó hasta con llevarnos a un absurdo juicio en el que ningún juez le hubiera dado razón alguna, y a pesar de saber que lo teníamos todo de nuestra parte, pasamos miedo. El enfado con mi madre quedó en nada. Más tarde nos enteramos que su mujer lo había echado definitivamente de casa y no tenía ni dónde ir. De alguna manera en una ciudad pequeña se habría enterado de lo de mis abuelos y…

Las cosas a veces no son lo que parecen y aunque las mentiras pesan más que las verdades, a veces hasta pueden ser comprensibles y valorables a la larga. No quiero pensar ni en cruzarnos por la calle, lo evito aún sin saber por dónde para.

Sigo sin padre, y sin hermanos, si hasta ahora he sobrevivido, no creo que no pueda seguir haciéndolo. Tengo una familia, la que me ha llevado hasta donde soy ahora mismo, y con eso me quedo.

 

Anónimo

 

Envía tus movidas a [email protected]