Llevo 2 años con mi pareja y hace 6 meses que sospecho que es adicto al porno. No sospeché nada hasta que nos fuimos a vivir juntos y empezamos a pasar mucho tiempo pegados el uno al otro.

Antes de nada aclarar que yo no tengo ningún problema con el porno y de hecho también lo consumo. Esporádicamente, pero me gusta ver mis cositas de vez en cuando y disfruto con ello. No tengo por lo tanto ningún problema con que mi pareja también lo haga ni creo que me quiera menos por ello.

El problema es que hace unos meses empezaron a ser demasiado habituales las veces que me lo encuentro encerrado en nuestra habitación cuando llego a casa o que actúa nervioso cuando abro la puerta sin avisar. Parece que aprovecha cada ratito que tiene solo en casa para masturbarse. Me he dado cuenta de que cuando le digo: ‘amor, bajo a por el pan vengo ahora’ le falta tiempo para ir encendiendo el ordenador y poniéndose en posición.

No hablo de una vez ni de cinco, hablo de varias veces a la semana o incluso en el mismo día. Con su actitud ya tenía yo la mosca detrás de la oreja, así que cuando el otro día usé su ordenador para una cosa de curro y le eché un ojo al historial, casi me caigo de culo.

No solo visita webs porno varias veces al día sino que aparecían también páginas de contactos sexuales y de ligoteo tipo Badoo. Tierra trágame.

Le enfrenté, por supuesto. La comunicación es la base de cualquier relación y yo no podía guardarme semejante bomba. Me reconoció los hechos y me dijo que usaba esas plataformas para entretenerse con perfiles falsos y que sus pajas fueran más interactivas. Que el porno se le había quedado pequeño y necesitaba algo más activo para excitarse de verdad. Me juró y perjuró que jamás había quedado con nadie y que nunca lo haría. Pero claro… ¿ahora qué me creo yo?

Por si alguien se lo está preguntando, nuestras relaciones sexuales son satisfactorias y habituales. No es que los polvos que no echa conmigo los eche virtualmente con otra, sino que aparentemente necesita muchas más relaciones sexuales que la mayoría de la gente para sentirse satisfecho.

Le he sugerido que pida ayuda profesional pero él dice que no tienen ningún problema, que es su forma de echar el rato y que en ningún momento me ha sido infiel. Siempre argumenta que sus colegas también lo hacen y que yo no lo entiendo porque no tengo esas necesidades, pero a mi todo me suena a patraña para no enfrentar la realidad, y es que es un adicto al porno en toda regla.

Le quiero, me hace reír y es una persona con la que me encanta pasar mis días, pero esto está empezando a atormentarme y no sé si soy capaz de gestionarlo. ¿Se puede convivir con un adicto al porno o es indispensable que pida ayuda? 

Merchuli