Imagino que todas sabemos que la primera vez no llega a ser una mierda del todo pero tampoco el cuento de hadas que nos vendían en las comedias románticas. Y es que, a pesar de que yo estaba tranquila, quería hacerlo y tenía muchas ganas, mi primera vez fue una cama llena de sangre, un dolor espantoso y por supuesto, un orgasmo fingido..

La verdad es que me lo esperaba peor, sí, pero me dio mucho apuro por la limpiadora del hotel, que se encontraría las sábanas con sangre y pensaría lo peor.

Todo ocurrió en Granada. Mi pareja y yo decidimos hacer un viajecito romántico de fin de semana, (sabiendo a lo que íbamos vaya). Yo ya me imaginaba que iba a dolerme porque había buscado información, mi madre había hablado conmigo y etc…

Pues bien, cuando estábamos en la cama, recuerdo que entramos en materia y comenzamos a besarnos y demás, hasta que llegó el momento de meterla. Dolió, pero no fue algo brusco (más que nada porque le dije que poco a poco, y menos mal que me hizo caso), pero recuerdo que me estaba doliendo mucho pero era un dolor soportable.

Obviamente cuando “terminamos”, nos levantamos de la cama y encendimos las lamparitas. Ahí fue cuando vimos que parecía que en nuestra habitación habían asesinado a alguien. Las sábanas llenas de sangre, o sea, no me había dolido tanto para esa barbaridad aunque sí había leído que había mujeres que sangraban más que otras cuando se les rompía el himen.

Al día siguiente se nos ocurrió la brillante idea de ir a conocer Granada y ver la Alhambra y todos sus maravillosos monumentos a tomar por culo de la ciudad rodeados de millones de escalones… Ya os imaginareis… No podía ni andar cuando me levanté de la cama imaginaros subir y bajar escalones… Maravilloso.

La verdad es que era divertido verme, y lo tengo como un recuerdo de mi primera vez curioso. Claro está que no hace falta decir que no tuve ningún orgasmo. Pero bueno, todas tienen una primera vez y la mía fue… curiosa jajjajaj

Además, mis amigas me habían contado cómo fueron las suyas y, entre hacerlo en un coche, entre perder la virginidad con el primo de su amigo o hacerlo tan borracha que ni te acuerdas de nada, prefiero mi primera vez: coja, dolorida pero descojonada.