Cuando vives en comunidad es normal encontrarte con vecinos que, o bien te tocan los cojones o bien son los más amables del mundo y dejarte sal es lo mínimo que suelen hacer por ti. Yo la verdad estoy contenta con mi edificio, salvo porque creo que mi vecina y yo competimos por ver quién grita más en los orgasmos, y está claro que gana ella.

La historia es muy simple. Llevo años viviendo en un tercer piso con mi pareja y conocemos prácticamente a todo el edificio. A cada piso de hecho, le hemos ido poniendo motes y etiquetas. A una de mis vecinas del primero la llamamos “la Reina de Corazones”, porque es igualita a ese personaje de “Alicia en el país de las maravillas”. A otros del tercero, les decimos “los demonios”, porque no les gustan los animales, y para mi eso no tiene perdón. Y a mi vecina del segundo, la que da justo debajo de nuestro suelo, es “la follona”, porque cada día desde que nos mudamos hace cinco años (sin exagerar, si no son los siete días de la semana serán seis) la escuchamos follar.

Pero lo más curioso de todo es que tiene su rutina. Siempre siempre siempre lo hace a las 8 de la mañana y luego a las 16 de la tarde. Dos veces al día durante casi todos los días de la semana. Flipante, es mi diosa, vaya. Soy fan. Pero ahora veréis porqué creo que mi vecina y yo competimos por ver quién grita más en los orgasmos.

Está divorciada, por lo que a veces oímos también a un hombre con ella y en otra suponemos que está sola, pero sea como sea, en esos dos horarios, ella se tiene que correr sí o sí. Un día coincidimos ella y yo acabando un orgasmo a las 16 de la tarde (ni de coña tengo sexo a las 8 de la mañana, a esa hora no soy persona y mucho menos tengo ganas de marcha). Recuerdo que estaba gritando y al mismo tiempo la escuchaba a ella también. Y es que grita muchísimo, pero muchísimo. Es súper escandalosa. Yo lo soy de vez en cuando y sobre todo, si el orgasmo es muy fuerte.

Pues bien, al día siguiente ocurrió lo mismo y cuanto más gritaba yo, más lo hacía ella. Pasaron varios días y la seguíamos escuchando como de costumbre pero volví a coincidir gritando con ella en el mismo horario y otra vez gritaba más fuerte cuando yo lo hacía. Por lo que creo que mi vecina y yo competimos por ver quién grita más en los orgasmos. Y oye, a mi no me importa, al contrario, me motiva más a la hora de gritar jajaj. Un poco de competencia nunca viene mal. ¡Me encanta vivir entre vecinos, siempre hay una historia que contar!

 

Anónimo

 

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