Está totalmente comprobado que los humanos necesitamos conectar. Sobre todo en el plano de las relaciones afectivas. Las personas sentimos, “por defecto” de fábrica, la necesidad de entablar lazos afectivos. Cuando estos se crean, se genera un “placer emocional”. El problema reside en que a veces estamos dispuestos a “pagar” ese placer a cualquier precio. A todos nos ha pasado.

A veces estas relaciones nos salen rana y es que hay ejemplos en los que digamos  que existe una conexión poco equitativa. Es ahí donde se dan tres conceptos, tres palabrejas que vienen del inglés, pero que van cobrando fuerza cada vez más: Ghosting, Benching, y Breadcrumbing.

Si los tradujésemos a nuestro idioma, para entenderlos mejor, vendrían a ser algo así como: “desaparecer como un fantasma”, “dejar en el banquillo”, y “esparcir migajas”.

  • El Ghosting hace referencia al hecho de que una de las partes de una pareja potencial (en la que todo apunta al “todo iba bien hasta el momento”) desaparece de la vida de la otra sin dar explicaciones. Evita todo contacto incluyendo las redes sociales. Es como si esa persona nunca hubiese existido. 
  • El Benching es literalmente mantener en el banquillo a alguien. En este caso podemos entender el concepto como el acto de coquetear con alguien sin llegar a concretar algo más serio, mientras se van barajando otras opciones.
  • El Breadcrumbing se basa en mantener esa fase de coqueteo o enamoramiento, mandando falsas señales o migajas, a la persona que está interesada solo por el placer de mantenerla en la cuerda floja sabiendo que se pueden herir sus sentimientos y aun así seguir el coqueteo sin que importe nada más allá que sentir poder frente a esa persona. 

En los tres casos se cumple la premisa de que una de las partes de esa relación es la más egoísta, narcisista y manipuladora. La otra parte es más altruista, generosa e idealista. Ambas personalidades ejercen toxicidad ya que la persona que manipula al otro siente control sobre la otra persona y esta, en cambio, llega a sufrir cierto grado de dependencia.

Personalmente he sufrido la primera y la tercera situación y yo, ni siquiera fui consciente de ello hasta que todo terminó. Supongo que con estas cosas, una nunca es consciente de lo que pasa al cien por cien hasta que te alejas de esa toxicidad y miras la situación con perspectiva…

Y es que el al fin y al cabo, el corazón ve lo que el corazón quiere. Las relaciones y el amor son todo corazón, sí, pero a la próxima voy a hacer que mi cabeza pensante tenga que debatir mucho más con él.

 

TEXTO: CRISTINA RODRÍGUEZ

@christinargz