Hace poco mis amigas opinaron acerca de uno de los comportamientos que tuve con mi chico: les pareció tóxico. Él se ha abierto hace poco Instagram y sentí curiosidad por saber qué le aparecía en la sección “Explora” (la lupita), así que ellas entendieron que yo lo estaba fiscalizando. La verdad es que no era mi intención, pero puedo entender cómo se ve desde fuera. David Broncano lo ha solicitado alguna vez en La resistencia y a la mayoría de la gente le ha parecido divertido.

No quise dejar pasar aquello, así que les pedí que me dijeran qué comportamientos tóxicos solía tener, y no solo con mi pareja. Insistí tanto en el grado que me atribuían que, al final, me dieron un porcentaje: un 17%. ¡Me pareció muchísimo!

Me sirvió para hacer autocrítica. Ellas fueron comedidas, pero, buscando por mi cuenta, identifiqué comportamientos que suelo tener y que pueden resultar tóxicos, a fin de revisarlos:

  • Me quejo con frecuencia de lo difícil que es prosperar, de mis circunstancias o de cómo está la vida.
  • Soy egocéntrica. Hablo mucho de mí y, aunque creo que también escucho, entiendo que puedo llegar a aburrir.
  • Critico cosas que hacen los demás que no me gustan, me afecte o no, lo que puede parecer arrogante. Además, tengo las ideas claras y las expongo con seguridad, lo que puede trasladar que creo que siempre llevo razón.
  • Tiendo a analizar a las personas y a atribuir un porqué a sus acciones. Sí, he cometido el error de encasillarlas por ciertos comportamientos sin conocerlas bien a ellas o los detalles de la historia, obviando cualidades o evitando el ejercicio de entender su posición.

Considerando la lista anterior, terminé pensando que tiene mérito que no me atribuyeran más del 17%. O se quedaron cortas, o mis comportamientos tóxicos se dan en un grado asumible o se dan por satisfechas de que no haga otras cosas: manipular, hablar con frecuencia de lo mal que lo he pasado, exagerar mis historias, no aceptar las críticas, ir de víctima, mentir… En fin, cosas que dicen los portales de psicología que son propias de personas tóxicas.

¿Atribuimos toxicidad a la ligera?

Al margen de mi caso personal, he reflexionado sobre la ligereza con la que hoy día atribuimos toxicidad.

Hemos aprendido a poner límites, y eso está bien.

Nos estamos replanteando las relaciones para no asumir que tenemos que aguantar de todo según el grado de cercanía, y eso está bien.

Pero también hemos aprendido conceptos nuevos que quizás estemos utilizando de manera indiscriminada: persona tóxica, responsabilidad afectiva, narcicista, psicópata… Por ejemplo, hace poco se puso de moda decir en redes sociales que algo te da “TOC” (trastorno obsesivo-compulsivo).

Hay que tener en cuenta que no todo el mundo reacciona igual ante las personas, de manera que alguien que es tóxico para ti puede no serlo para otros. O, simplemente, puede que tú los sufras más porque tienes un grado de exposición mayor a él/ella. Es lo que explica la psicóloga sanitaria y psicoterapeuta Cristina Agud en este artículo.

Además, a veces, todos tenemos rasgos que pueden ser perjudiciales para los demás: ser impulsivos en las decisiones, buscar atención o atribuir a los demás culpas que no les pertenecen son claros ejemplos. A lo que hay que añadir que la toxicidad puede darse especialmente en etapas concretas.

Desde la psicología también se aconseja catalogar como “tóxicos” los comportamientos de las personas, y no a las personas en sí. “No eres tú, es cómo me haces sentir”. Alguien que agota tu energía y optimismo, te inhibe al expresarte, te hace sentir culpable o responsable de él/ella, te frustra, te obliga a medir todo lo que dices, sí, puede estar teniendo actitudes tóxicas que te afectan mucho.

Solo quería compartir una anécdota y la reflexión posterior, no justificarme ni dejar de hacer autocrítica. Estoy en continua evolución.

Esse