Yo era muy fan de Cámbiame. Me lo pasaba pipa todos los días a la hora de comer riendo, rajando y a veces enfadándome mucho con los coach. Me flipa la ropa y el mundo de la moda en general (aunque también sea muy crítica pero mira, cada una tiene sus cosis) y era el ratito perfecto de desconectar y no pensar en cosas importantes. Pero ha llegado el momento del gran cambio de Cámbiame (¡chispúm!) y ahora es una cosa terrible… lo siento, yo me tiro en marcha y estos son mis motivos:

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Por Paloma González. Me jode porque yo soy muy de dar support a las chicas y le está cayendo la del pulpo, pero con esta señora no puedo. Ya lo hemos dicho varias veces, está constantemente metiendo la pata haciendo juicios sobre los cuerpos de las personas que quieren cambio de look y no hay necesidad. Que yo entiendo que se tiene que pulir, pero no es capaz de bajarse de la burra y sigue erre que erre con eso de que ella es así y mimimi. Pues nada cariño, tú sigue así que vas a conquistar a España entera.

¿Qué fue de la pasarela? Creerse coach y decir «pues yo a este no lo hubiera cogido porque blablablabla» o «a esta la pillan fijo porque mira cuánto drama de superación personal», era una de las cosas más molonas del programa, joder.

– Mira, de verdad, stop Pelayo como jurado. ¿Por qué Pelayo y no otra persona? ¿Será por eso lo de «Prince» Pelayo? No tiene sentido. Y la señora que está con él, que es así como muy maja y estilosa ella, se toma demasiado en serio un programa como este y mira no, que estamos aquí por las risas. Además también ha soltado alguna perlita que roza el bodyshaming y qué pereza.

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El programa es demasiado largo. Lo genial era desconectar un ratito a la hora de comer viendo mierda de la buena, ahora se hace infinito y si tengo que esforzarme tanto pues paso. Están intentando convertirlo en una especie de reality show y en mi opinión el formato no da para tanto.

Es en directo y un sopor absoluto. Si lo pillas empezado ya no te enteras de nada y hay veces que te quedas sin ver cambios porque claro, a los amichis no les da tiempo.

– Por la puñetera obsesión con la depilación (y esto ya viene de antes pero ya que estamos lo digo ahora, ¡ea!). Basta de depilarle los brazos a todo el mundo, BASTA.

– Ya no van a tiendas y eso se nota en los looks finales que ahora son todos parecidísimos. Que vale, que se supone que la gracia del nuevo formato es precisamente tenerlo todo más limitado pero ZzZzZzZz… o metéis estilistas más innovadores o qué rollazo.

– Lo del cambio a domicilio es una cosa terrible y ya.

Sí, echo mucho de menos a Natalia, sus outfits, sus llantos y sus discursos de empoderamiento femenino. Ahora es que ya no tiene ni puñetera gracia nada.

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Hay dos cosas que sí que molan: Juan Avellaneda que me parece un amor de chico y que le den más protagonismo al tema de la peluquería y el maquillaje. Pero claro, no compensan a todo lo demás. Cámbiame se ha convertido en un mojón, y ya está.