Este follodrama es peor de lo imaginable porque al tío en cuestión ya lo conocía previamente. Tras un match en Tinder nos lo montamos en diversos sitios y jugábamos mogollón a experimentar y probar nuevas cosas.

Tras hacerlo en un balcón lloviendo o en el probador de Zara (es cómico que no me quepan sus tallas pero acabase en sus probadores para el fornicio), el nuevo reto era que yo me convirtiese en Dominatrix. Honestamente a mí me ponía cero la idea pero el tío estaba tan cachondo que como si me hubiera pedido que me disfrazase de cabra.

 

Primer drama, a ver donde meto yo este culo caribeño en un mono de látex negro porque voy a parecer una butifarra. Pues nenas, con toda la honestidad del mundo me recorrí 10 sex-shops contándoles mi vida a los dependientes, muerta de la vergüenza.

– hola, pues estaba buscando algo atrevido para una cita
¿un strapon?
– no, no iba por ahí, me refería más bien a un uniforme o algo
– ¿colegiala, enfermera, azafata…?
– no, no, es que tengo que que ser como algo mala y…
– vale, ¿eres dómina no?
– a ver… tanto como que soy dómina… no lo sé… yo no me veo… tengo dudas…
– ¿PERO TE LLEVAS ALGO O NO?
– A ver (cabrón), dame lo que tengas en talla XL

Y salí de allí pensando que estaba en Primark de rebajas, entre un corset, unos ligueros, cuerdas, esposas, un collar de esclavo, un látigo y demás que en vez de follar parecía que iba a protagonizar el silencio de los corderos. Y encima una bolsa transparente. No me llegaba con el bochorno del sex-shop que toda la ciudad tenía que enterarse. Depravación, qué bonito nombre tienes.

Total que llega el día y aparezco en su casa con unas botas de mosquetera, una falda rococó, una peluca que me daba más calor que Sevilla en Agosto y un corset de látex negro que para cerrar los corchetes necesité a la negra Mami de lo que el viento se llevó.

 

El juego empieza con que él tenía que tratarme de usted y pedir permiso para todo. Si se portaba bien, yo como ama podía atender sus ruegos. En el momento en que me dice que le ponga un collar y le pasee por la casa me sentí Morgan Freeman paseando a Miss Daisy pero con un retraso mental por mantener. Madre mía, qué desperdicio con lo bueno que está andando a gatas por el parquet. Ya podía ser el polvo del siglo…

Total que llega el momento de pasar a la cama y ya nos damos el lote de forma normal pero me pide que lo ate de manos al cabecero. Sin problema meu rey, en ese estado de calentura como si me pides arena del Sáhara. Tengo que aclarar que por mantener el morbo yo me dejé puestas las botas y el corset y como casi no respiraba y tenía que hacerlo yo todo, me movía como los muñecos del Playmobill sin gracia ninguna pero el chico por la forma en que gemía parecía que lo estaba disfrutando. Hasta que empezó a gritar que se corría. Y paró de gritar. Concretamente paró de gritar, de moverse o de respirar.

¿¿¿Holi???

Al principio pensé que estaba de coña. Luego le empecé a tocar e incluso dar bofetadas y el tío no se inmutaba. Y entonces llegó el drama. El verdadero drama de los dramas. Tenía un cuerpo inerte con su polla todavía dentro de mí y yo estaba espatarrada como una puta ballena varada sin casi poder moverme. ME MUERO.

Ya me incorporo y le pongo un dedo en el cuello y no sé si noto que late su cuello o mi dedo porque estoy que me va a dar un parraque y claro, cosas de la vida, no sabes si alguien está muerto y no tienes un estetoscopio a mano, la vida. Pero no podía ser que se hubiera muerto. Es que eso no me podía estar pasando. Eso era cosas de películas y tal, y que además yo tampoco era tan buena como para matar de placer, joder.

En ese momento en que no sabía si estaba vivo o muerto, yo no sabía si llamar a una ambulancia, a la policía, al número de la esperanza o tirarlo por las escaleras y salir corriendo. Porque claro, a ver quien llama para decir que hay una persona que ha fallecido pero está atado al cabecero de la cama, con un pañuelo en la boca, con un condón en la polla y yo vestida como una travesti paragüaya. El siguiente paso era ingresar en la cárcel de Alhaurín de la Torre.

Seguí dando vueltas por la habitación y me fui directa a mi bolso a coger el móvil. Estaba llamando al 091 cuando escucho «hey, hola»

Vuelvo a la habitación y allí estaba, con los ojos abiertos, vivito y coleando.

– Joder, te voy a matar. Te juro que te mato. Estaba llamando al 091 porque pensé que te habías muerto.
– No estaba muerto, sólo me había corrido.
– ¿¿¿¿¿¿¿¿Perdona????????????
– Me pasa a veces cuando me corro, me quedo inconsciente pero me dura poco, ¿no te lo había dicho?

Hijo de una hiena, ¿que si no me lo había dicho? Me estaba imaginando de protagonista de «Orange is the new black», detenida y saliendo en los titulares de 20minutos «Dominatrix asesina a esclavo durante el coito».

Como podéis imaginar, obviamente no volvimos a quedar. Y ahora antes de tener sexo les pregunto a los tíos si se quedan inconscientes cuando se corren. Alguno me mira extrañado, pero yo sé lo que me hago.

 

Autora: La Dominatrix

Envíanos tus follodramas y Tinder Sorpresa a [email protected]