Si, si, tal como dice el título: Yo no bebo alcohol. Y, eh, todo el mundo tranquilo que la vida no se acaba aquí.

 

No es que no lo haya probado nunca, ni me haya pillado unas cuantas buenas borracheras de joven. De hecho, hubo una etapa más bien oscura de mi vida (por decirlo de alguna manera) en la que bebí demasiado. Y cuando digo que era demasiado, lo digo de verdad. Ahora lo pienso y hasta me avergüenzo de haber tanto tiempo, dinero y neuronas en el culo de un vaso.

Por eso mismo un día decidí dar pausa a mi hígado y dejar de beber.

Y la vida sigue. No pasa nada. No estoy triste ni amargada. Fue la mejor decisión que pude tomar en ese momento. Así que cuando la gente me pregunta el porqué ya no me justifico. Tan normal es hacerlo como no hacerlo. Quizá sí les sorprende que prefiera no tomar alcohol; pero el problema no es mío, sino del concepto social y la relación que tenemos de consumir con la diversión.

no bebo

Bebemos en las fiestas y celebraciones, bebemos para relajarnos, bebemos para desconectar… El alcohol está tan normalizado en nuestro día a día que ni siquiera nos planteamos la peligrosidad que existe al consumirlo.

Y sé que no estoy sola ni seré la única que se ha encontrado en un evento social rodeada de caras de sorpresa e incredulidad al tomar agua o un refresco. A quien no le suena la frase «Pero tómate una, ¡si una cerveza no hace nada!». Todo empieza con una cerveza. Con un «¡Pruébalo! Y si no te gusta no pasa nada». ¿En serio no pasa nada? «¡Será divertido, ya verás!» ¿Divertido para quién? ¿Para los demás o para mí, cuando quiera parar y sea tarde?

 

Hay tipos de consumo y hay tipos de drogas. Una persona se puede tomar una cerveza un viernes cualquiera al salir de trabajar, sin darle más importancia. Y luego otra persona va a necesitar esa cerveza cada viernes al salir de trabajar. Luego también la querrá el sábado, seguramente un par o tres (¡Qué cojones, es sábado! ¡Vámonos de fiesta!). Y acabará por querer beber cada día al salir. Y este es un simple ejemplo del alcohol, que está normalizado. Ahora quiero que lo imaginéis con un porro o una raya. Aquí si da más respeto, ¿no?

No nos vale el “¡Pero por una no te pasará nada!”.

bebe

Mis disculpas, gente. Pero con honestidad una cerveza para nosotros puede ser el principio del fin. Y, sin filtros, agradeceríamos que dejarais de tentarnos para recaer. Porque si, una persona que ha dejado de beber probablemente lo haya decidido por algo (y cada uno tendrá sus motivos sin tener que compartirlos) y seguro que ha pasado por una fase difícil hasta conseguirlo.

Dejad de ponernos trabas, hemos hecho un esfuerzo monumental para llegar donde estamos: Noches con ansiedad, cambios emocionales, aburrimiento, frustración, soledad, desesperación…

 

No es fácil decir que no a algo que está tan normalizado.

 

MOREIONA