“No me separo porque mis hijos lo pasarían mal” ¿Cuántas veces hemos podido escuchar o incluso decir esta frase de forma casi automática?

La razón de porque las personas permanecen en relaciones y matrimonios infelices son muchas, pero sin duda uno de los gran motivos es los hijos.

Las relaciones pueden empezar en un punto e ir evolucionando, al final has decidido compartir tu vida con esa persona y crear una familia, pero cuando la sombra de la duda de separarse aparece, no es por nada.

Puede que hace tiempo que os hayáis distanciado, que yo no os entendéis, que parecéis mas compañeros de piso que otra cosa, o que haya situaciones  las cuales ya no deberían pasar a más, como muestras de frialdad, indiferencia, faltas de respeto, infidelidades, etc.

Créeme que si has llegado al punto de pensar e incluso verbalizar “creo que me quiero separar” es porque hace tiempo que la cosa no iba bien, y por más que lo habéis (o lo has) intentado todo, ya no hay nada que hacer.

Es en este momento cuando junto a la duda, aparece la culpa.

La culpa por hacer daño a los hijos, porque todos pensamos que una separación es algo traumático, por lo que nuestros hijos van a sufrir si o si y que puede marcarles para siempre.

Pero lo que debemos entender, que lo más sano y lo más importante para un niño es crecer en un ambiente de tranquilidad, donde sus referentes, este caso sus padres, tengan una buena relación entre ellos y quieran estar juntos.

En un ambiente donde hay gritos, frialdad, tristeza, etc. es donde se produce realmente un sufrimiento por parte del niño.

La excusa típica de que “como son pequeños no se enteran de nada” hace que nos justifiquemos a nosotros mismos para no tomar antes la decisión, y siento decirte que esto no es verdad, los niños perciben mucho más de lo que pensamos, y saben y sienten que algo dentro de su núcleo familiar no va bien.

Por tanto, pueden desarrollarse aprendiendo que lo normal es que las parejas sean así, cuando no es verdad, o si hay problemas o gritos, viven en una constante tensión y miedo esperando la siguiente discusión.

Es cuando el niño aprenderá que la vida es un constante conflicto acompañada de sufrimiento, que lo normal es que las personas se traten así o que no tengan contacto entre ellas, que los problemas no se resuelven y esto quedará unido a su identidad y cuando sea adolescente y adulto, tendrá como referente ese modelo de pareja.

La infancia es determinante para el buen desarrollo de cualquier persona, por eso debemos priorizar el bienestar de los niños.

Es normal pensar que permaneciendo todos juntos es la única manera, pero en realidad, puede llegar a ser la peor decisión.

Y no solo para el niño, permanecer en una relación que está acabada hace tiempo te come y te destroza poco a poco, llevándose tu autoestima y tu capacidad para tomar decisiones.

Separarse no es el fin del mundo, ni para ti, ni para tus hijos, es normal que medites la decisión y que te de miedo, pero es importante que valores no lo que pierdes, si no lo que ganarás, por ti y por tu familia.

Aida Vallés Psicóloga especializada en Sexología y terapia de pareja.

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