De pequeña recuerdo que mis padres me obligaban a dar besos a señoras que no conocía de nada, por ejemplo, a la tía abuela de mi madre que vivía en el pueblo, que era la primera vez que la veía, pero tenía que saludar a esa mujer desconocida con un beso.

Recuerdo llevarme alguna regañina de mi padre por no querer darle un beso a mis abuelos. Y es que a mí no me gustaba dar besos, nunca fui una niña excesivamente cariñosa y recuerdo pasarlo mal cuando tenía que dar un abrazo o un beso a alguien y no me apetecía.

Por eso, y por otras cosas, yo no obligo a mi hijo a dar muestras de cariño si no quiere. Incluso a mí. No sabéis la de veces que lo he dejado en el cole y me he ido de allí sin un beso de despedida. O al revés, ir a buscarlo, después de pasarse toda la mañana en la escuela, y que no le salga venir a abrazar a su mamá. No importa, porque cuando me da ese ansiado beso o abrazo, sé que lo hace de corazón.

 

El problema viene cuando el resto de los adultos se empeñan en qué mi hijo les de un beso. No señora, mi hijo no le va a dar un beso porque no la conoce de nada. He tenido que escuchar comentarios del tipo que mi hijo es un maleducado, que no saludo como es debido o que yo no le estoy educando correctamente.

 

Pues todo lo contrario, mi hijo está aprendiendo cosas básicas para su desarrollo personal como es autonomía sobre su propio cuerpo, mi hijo decide cómo y cuándo quiere saludar a la otra persona; está aprendiendo a poner límites, no quiero que me des un beso, no quiero un contacto físico incómodo con una persona que no conozco; y lo más importante, a evitar los abusos, pues al empoderar a mi hijo y establecer límites le estoy brindando las herramientas adecuadas para protegerse de posibles situaciones futuras de abusos sexuales.

Yo le enseño a mi hijo educación, que tiene que saludar con la mano o decir “Hola” cuando nos encontramos con alguien por la calle, un vecino o un conocido. Y que, solo si él quiere, puede dar un abrazo o besos a sus amigos, abuelos, tíos o primos. Pero que a los desconocidos es mejor saludar diciendo hola con la mano.

¿Y qué pasa cuando le explico todo esto a las señoras y señoros? Pues que me tachan de exagerada, que por un besito no va a pasar nada. Si supieran cuantos niños se han visto envueltos en situaciones de abuso por parte de mayores, especialmente de adultos que pertenecen a su círculo familiar no opinarían que no pasa nada por un besito…

Pero si hay una cosa que realmente me pone enferma, y que me suelo encontrar además entre mis familiares, es el chantaje: “Si no me das un beso, no te voy a querer” o “Te he comprado un regalo, pero si no me das un beso no te lo doy”. No sabéis la de veces que me he encontrado con esto, incluso por parte de mis padres o suegros, es decir, de los abuelos de mi hijo. Con mis padres, que tengo más confianza, ya me he enzarzado en alguna bronca por esto, porque no entienden que lo que están haciendo es una forma de chantaje emocional y que está mal.

Que me llamen loca o exagerada, pero yo a mi hijo le estoy enseñando a aprender a reconocer las señales de incomodidad y a comunicar claramente lo que desea o no desea en términos de contacto físico, a que sepa que su cuerpo es suyo y que no tiene que dar su cariño a cambio de nada.