Muchos son los hombres que me he encontrado desde que tengo vida sexual activa que han negociado el hecho de ponerse condón y, desgraciadamente, muchas son también las veces que he accedido por falta de educación sexual y de autoestima. Yo también me he creído esos rollo de que “ellos no disfrutan igual”, que “solo la puntita”, que “me aprieta” y que “los dos estamos sanos” y ninguna de ellas me ha salvado de sentir miedo y culpa después de follar, pensando en si me habría contagiado alguna ETS y esperando que me bajara pronto la regla para saber que no estaba embarazada.

A mí nunca me hablaron de sexo. Solo tuve la típica charla del colegio en la que te enseñan a colocar un condón en un plátano y tú como adolescente estás más pendiente del morbo y de reírte con tus compañeras que de lo verdaderamente importante que es aprender esa movida. Nunca me hablaron de cómo podía afectarme tener una baja autoestima a la hora de acostarme con alguien. Nadie me contó que, si yo no sabía poner límites y hacerme respetar, otras personas podrían manipularme a la hora de follar haciéndome creer que, cuando hay amor o una gran confianza en el otro, se puede hacer sin condón porque “no va a pasar nada”.

Chicas, que él no quiera ponerse condón también es una forma de violencia. Lo es en una forma más silenciosa y menos agresiva, porque recordemos que violencia son mucho más que golpes, pero también atenta contra nuestra integridad poniéndonos en riesgo de sufrir enfermedades o embarazos no deseados. El hecho de que el tío con el que nos acostamos, sea nuestra pareja o no, decida no utilizar condón para su comodidad y disfrute aun sabiendo todo lo que puede conllevar, sigue perpetuando una sociedad machista en la que el sexo está centralizado en el placer masculino. Puede que él disfrute más pero, ¿compensa de verdad toda la incertidumbre que sentimos después? ¿Dónde está ahí nuestro disfrute? Sé que duele y molesta darte cuenta de que quizás tú estés formando parte de este constructo machista. No pretendo que te culpes por ello, solo que actúes con mayor información la próxima vez.

 

Y tú: No me quieres más por follar sin condón. Lo que pasa cuando follamos sin condón es que te sientes la parte dominante de la situación porque yo he accedido a tu petición. Lo que pasa cuando follamos sin condón es que ambos nos exponemos a sufrir y a mí me expones doblemente por la posibilidad de quedarme embarazada que tú no tienes. Lo que pasa cuando follamos sin condón es que se mantiene en ti esa imagen aprendida del porno de poder correrte donde quieras porque eres quien controla. Si de verdad me quisieras más, no antepondrías nunca tu placer al sufrimiento que esto puede conllevar.

Amigo, los condones no te aprietan. Un condón puede entrar en un pie como si fuera un calcetín. Ni aunque tuvieras una berenjena en vez de polla tendrías este problema y, de ser así, ve y compra los condones de tu talla. Si de verdad te da penita usar condón porque quieres “sentir mejor” o porque tienes problemas para que se mantenga dura, utiliza unos adecuados y espera a estar ready para ponértelo, aunque sea solo para la penetración, hablándolo siempre con la otra persona para saber cómo va a sentirse más cómoda. Joder, ¡dejad de decidir por nosotras en algo que nos incumbe a los dos! No intentes meterme solo la puntita, porque eso no nos salva de ninguna ETS ni siquiera de un embarazo: ¿A caso no has oído lo de que “antes de llover chispea”? No vale hacerlo un rato sin condón y terminar con. Lo más seguro para ambos es que todo el tiempo lo estés utilizando así que por favor, vamos a disfrutar los dos del sexo sin miedo a lo que pueda pasar después. Vamos a deshacernos de tanto mito absurdo que nos han enseñado y vamos a pensar con la cabecita en vez de con…Eso.

 

Redacción WLS