No puedo salir embarazada y eso está arruinando mi matrimonio (y vida).
Tengo 30 años y hace ya diez que me casé con el amor de mi vida. Al principio todo fue perfecto, los primeros 5 años de nuestro matrimonio, cuando las personas nos preguntaban para cuándo tendríamos hijos, ambos reíamos y buscábamos la manera de bromear al respecto. No nos interesaba, estábamos muy jóvenes, recién casados, y teníamos todo el tiempo del mundo para ello.
La segunda mitad de nuestro matrimonio, comenzó a correr cuando decidimos que ya era el momento. Lo hablamos una noche, tomando tragos y divirtiéndonos, y a partir de ahí dejamos de cuidarnos. Pensé que ocurriría enseguida, no miento ni exagero cuando digo que empecé a estudiar mi vientre dos semanas después, en caso de que hubiese el más mínimo cambio. Estuve ansiosa hasta que dos semanas más pasaron, y mi regla bajó. Pensé: bien, estamos empezando. Pero eso se convirtió en la normalidad los meses siguientes.
Un año después muchas cosas habían cambiado: principalmente en mí, me encontraba ansiosa y amargada sin razón aparente, pero sí que, la tenía. Es extremadamente frustrante esperar por algo que nunca sucede. Mi marido también comenzó a vivir tenso, según él, mis nervios alteraban los suyos. Fuimos a varios médicos que más a allá de decirnos que lo siguiéramos intentando, no resolvieron mucho.
Durante el segundo año el dinero se fue en eso, cuentas médicas, pruebas de ovulación, de embarazo, y un par de botellas de vino para cuando las últimas daban negativo. Un par de veces nos propusimos “relajarnos” al respecto, cuando uno de los médicos mencionó que mi actitud no ayudaba. La mía, por supuesto mi marido estaba más tranquilo, no era él quien sentía que se quedaba sin óvulos con cada mes que cerraba, y además está la presión social, todas mis amigas y colegas postean sobre feminismo en su Instagram, pero ninguna de ellas se abstenía de preguntarme “¿Para cuándo el bebé?” cada tanto, o soltar un ligero e inocente “se te va a ir el autobús”.
Tocamos fondo cuando me di cuenta que había dejado de disfrutar el sexo, lo hacía con un propósito expreso, y el propósito no se cumplía, así que se convirtió de pronto en una tortura, cada vez que mi marido me toca, pienso en todo los que va a venir después, los dos vamos a terminar decepcionados en un par de semanas. Así que se volvió más fácil solo evitarlo en absoluto. Lo hice sin darme cuenta, solo sabía que quería y necesitaba no tener nada que esperar ese mes, para no salir lastimada. Él solo detectó que habíamos dejado de acostarnos, y reparó en la cantidad de semanas que han pasado.
Hace poco comenzó a salir con amigos después del trabajo, o al menos es lo que él me dice, y lo que francamente prefiero creer porque no tengo ni fuerzas ni energía para pelear. Sé que puedo parecer insensible, pero no me importa. Si realmente no podemos tener una familia, es como si ya estuviésemos condenados, y muy a mi pesar me encuentro pensando ¿para qué posponerlo?
No he dejado de quererlo, pero cuando lo miro, cuando pienso en la idea de nosotros juntos, lo único que puedo percibir es dos personas que no pudieron darle al otro lo que quería.