“Los abuelos deberían ser eternos”. “El amor de una abuela es incomparable”. “Mi abuelo es mi segundo padre”; son frases que he escuchado siempre y con las que nunca he podido sentirme identificada.

Antes me sentía mal por no pensar así de mis abuelos, ¿sería que era mala persona? Pero con los años veía a algunos abuelos de mis amigas, escuchaba sus historias con ellos, instagram me dio a conocer a la magnífica Abuela de Dragones y pude entender lo que significaban esas frases, y también por qué yo nunca las sentí.

Abuelos paternos

Tres nietos, yo la más pequeña. Mi prima vivió con mis abuelos y como es comprensible, mi abuela tenía predilección por ella. Mi hermano fue el único nieto varón, así que sin duda era el favorito de mi abuelo (machista, como no). Y llegué yo, que sentía que no le caía especialmente bien a ninguno de los dos. Mi abuela era muy buena, pero el único gesto de cariño que recuerdo de ella era su sonrisa al vernos. Murió cuando yo tenía 14 años y no recuerdo ninguna conversación con ella, ni un abrazo, ni un beso espontáneo ni un gesto de complicidad. Al ser tan buena y con un marido y una hija con demasiado carácter, la recuerdo siempre callada e intentando hacerse pequeña. Mi abuelo solo me hablaba para decirme que no apoyara el codo en la mesa y cosas del estilo. No solté ni una lágrima cuando fallecieron.

Abuelos maternos

Aquí los roles eran al revés. Mi abuelo un santo y mi abuela con una depresión desde que mi madre nació que le hacía llevarse por delante a todo el que estuviera. Mis recuerdos de ella se basan en sus desmayos cuando nos juntábamos en fechas especiales con mis primos porque se agobiaba. Mi abuelo pasaba desapercibido, siempre callado intentando que no le cayera algún comentario hiriente de mi abuela.

En ninguna de las casas me quedé a dormir ni una sola noche. No venían nunca a visitarnos ni llamaban por teléfono. No me preguntaban nada, ni siquiera se dirigían a mí. Era como visitar a unos tíos lejanos de tus padres, aunque semanalmente. Los dos besos de cortesía al llegar y al irme y ninguna interacción de por medio. Me dedicaba a jugar con mi hermano y mi padre o a ver en la tele lo que ellos ponían, pero fuera o en silencio para no molestar a los abuelos.

Las idealizaciones de figuras no son buenas porque si cada persona es un mundo, es imposible que dentro de un mismo rol todos se comporten de la misma manera. Nunca conoceré esa relación especial con un abuelo, y es algo que durante mucho tiempo me dió pena, pero no hay vidas perfectas.

En la lotería de la vida me tocaron unos padres y un hermano con quienes la relación no puede ser mejor. A otros les tocó una familia grande donde los primos son como hermanos y hay gente que no se lleva bien con sus padres.

Las redes sociales no ayudan en esto, sobre todo durante las navidades donde parece que todo el mundo tiene una familia idílica, pero no nos olvidemos de que es un escaparate que no muestra ni el 1% de la realidad.

Rodéate de quien te haga sentir verdaderamente bien cuando estás a su lado, porque la familia es aquella que te quiere bien, con sus defectos como todo el mundo, pero que te ve y te sostiene cuando lo necesitas, se comparta sangre o no. 

 

Cora C.