No se me da bien nada, ¿y qué?

 

Miro a mi alrededor y veo como la gran mayoría son buenos en algo: tocar un instrumento, escribir, cantar, dibujar, en sus profesiones, en algún deporte… Y aquí estoy yo, que he probado varias cosas, dedicado tiempo más que suficiente para hacer progresos y nada, no me sale nada bonito.

Durante muchos años me cuestionaba si simplemente sería que yo era una persona muy básica. Que no había nada especial en mí. Admiraba cómo a los demás les salían las cosas y me preguntaba que por qué yo no. A veces me decía que a lo mejor es que era demasiado vaga para conseguir ser buena en algo. O que no me conocía lo suficiente y todavía no había encontrado aquello que me removería por dentro de tal manera que dedicaría horas y horas hasta que me saliera bien. O que no tenía talento para nada, y ya está. 

Pero lo estaba enfocando mal. Las aficiones, el arte, nacen dentro de ti. No los encuentras cuando coges una guitarra, la tocas mucho tiempo y acaba sonando algo bonito, sino cuando sientes algo dentro de ti al realizar esa acción. Creo que las personas que son verdaderamente buenas en algo llevan dentro tanto que necesitan vaciarse un poco a través de una afición. Tú sientes algo y lo expones en un cuadro, en un solo o en la letra de una canción. Otros escriben libros, pero todos ponen su alma en ello. El arte es aquello que te hace sentir al contemplarlo o escucharlo. El artista se abre en canal y tú te encuentras en él. Por eso creo que la IA nunca podrá igualar lo que los seres humanos somos capaces de crear.

 

Y por otra parte, cuando me paré a pensar en la pregunta «¿por qué quiero que se me dé bien algo?», encontré la clave: «Porque quiero disfrutar con algo y que el resultado sea bonito». Pero ese resultado al fin y al cabo es un producto, es para los demás. Estoy segura de que a los grandes artistas les gusta ver a sus fans disfrutar con lo que hacen, pero lo que les mueve no son los demás, es la pasión que sienten al hacer. Esa pasión que pone en pausa tanto el alrededor como tu mente, y de repente solo existe el momento presente. Y yo la siento. La siento cuando escribo para mí, cuando hago scrapbooking, cuando leo. Cuando estoy con mis sobrinos, con mi perra. Cuando estoy en la playa o en la montaña. Al final se trata de conectar, de fundirte con algo exterior de esa forma en la que te sientes parte del todo.

Así que qué más da que no se me dé bien nada, si al final los únicos que pierden con eso (o no ganan), son los demás.

 

Cora C.