No te voy a esperar más. Hasta aquí he llegado. Este es mi límite. Algo que debería ser fácil y sencillo, se está convirtiendo en una maratón en la que soy incapaz de llegar a la meta. Y he decidido que no merece mi esfuerzo si sé, que la única que lucha por alcanzarla soy yo. Hay batallas que es mejor perder, y esta es una de ellas. Así que lo siento, pero no te voy a esperar más.

Quedarán atrás nuestras cervezas de los viernes por la tarde. Esos momentos en los que éramos capaces de encontrarnos y entendernos. De sincerarnos y hablar de sentimientos. Aunque los dos estuviéramos perdidos y no entendiéramos lo que estaba pasando dentro de nosotros, siempre éramos capaces de entender al otro.

Quedarán atrás nuestros abrazos. Esos que me dejaban el resto del día oliendo a ti. Y que me hacían sonreír cada vez que los recordaba. Esos abrazos en los que eras capaz de apretarme tan fuerte, que me curabas un poquito más por dentro.

Quedarán atrás las chispas que saltaban con sólo rozarnos. Esas miradas intensas que eran capaz de atravesarme sin ningún esfuerzo. La temperatura subiendo a pasos agigantados cada vez que estábamos más cerca de la cuenta. Esas manos buscando el más mínimo contacto cada vez que tenían oportunidad.

Quedarán atrás nuestros besos. Esas ganas insaciables de comernos el uno al otro. De mordernos hasta el alma si era necesario. Esa forma que tenían nuestros labios de encontrarse entre jadeos sin ni siquiera buscarse. Como si estuvieran destinados a ello y no concibieran otra realidad que no fuera esa.

Quedará atrás nuestra complicidad. Esa forma tan distinta de ver la vida y a la vez tan complementaria. Esas bromas que sólo tú y yo entendíamos. Esas confesiones que nunca nos atrevimos a hacer a nadie más.

Y es que quizás no sea ni el lugar ni el momento adecuado para nosotros. Quizás nunca deberíamos haber abierto esa puerta que ahora, soy incapaz de cerrar sin que me duela. Pero necesito hacerlo para avanzar. No me sirven las excusas que sólo tú eres capaz de creer. Ya no me sirven tus promesas. Estás generando deudas que no eres capaz de pagar. Necesito más. Y esta vez, mi apuesta ganadora soy yo.

Y seguiré sonriendo cada vez que te vea. Seguiré riéndome contigo y escuchando tus problemas si lo necesitas. Seguirás provocando en mí ese nudo en el estómago cada vez que sepa que vamos a encontrarnos. Esos nervios que hacen que me tiemblen hasta las pestañas. Pero por mi parte, voy a cerrar con llave y esperar a que se me abra una ventana. Porque a estas alturas, lo siento mucho, pero ya no te voy a esperar más.