Ya os he contado alguna vez esa relación tormentosa que tuve hace bastantes años. De ella salieron un montón de momentos bochornosos y que humillarían a cualquier persona. Cada vez que pienso en cada una de ellas no puedo evitar sentirme un poco asquerosa por haber soportado ciertas cosas, y no logro terminar de entender cómo tardé tanto en darme cuenta de lo que estaba viviendo.

También sé que esa relación me enseñó todo lo que no quería y a ir aguantando mucho menos con el paso de los años, así que si algo tengo que agradecerle es eso.

En fin, que además de la relación de mierda que viví con el que era mi pareja, me tocó vivir varios desprecios por parte de su familia.

La familia de mi pareja era algo peculiar, su hermano parecía el típico ser humano que vive arrastrando cansancio y que tenía más morro que espalda, sus actitudes eran bastante machistas e incluso era capaz de pasar una semana sin tocar un estropajo para lavar un vaso y terminar desayunando leche con cereales en platos hondos por no lavar los vasos. Pero en el fondo no parecía mal tío, llegué a cruzar con él muy pocas palabras pero no me pareció que tuviese maldad ninguna.

Su madre era una señora amorosísima que se encargaba incluso de más de lo que podía y que vivía por y para su marido y sus hijos. No podía trabajar por problemas de salud así que se encargaba de todo y aguantaba de todo. Ella siempre me dio mucha ternura, siempre creí que estaba encerrada en un sitio que no le correspondía( yo que era mucho de ver la paja en el ojo ajeno y no me daba cuenta de que estaba siendo cómo ella y al mismo tiempo).

Su padre, sin embargo, estaba hecho de otra pasta. Era el típico señor machista que tenía un buen puesto de trabajo y llevaba el pan a su casa sin ensuciarse demasiado las manos. El típico señor de semblante serio, que escondía la sonrisa detrás de un bigote frondoso.

Pero claro, todo esto lo descubrí mucho después de lo que me pasó un día mientras estaba tan tranquila en el sofá de mi casa viendo la tele.

Esa mañana había ido con mi pareja a hacer la compra a un supermercado que estaba cerca de dónde vivíamos pero al que no solíamos ir mucho. Este supermercado estaba en una calle que tenía bastante tráfico y por allí pasaba mucha gente que iba a trabajar a unos edificios que estaban unas calles más arriba y que tenían diferentes departamentos. Lo que yo no sabía era que entonces , el padre de mi pareja iba a menudo a esos edificios pasando por cerca de nuestra casa más a menudo de lo que yo pensaba.

Ese fue uno de esos días que pasaba por allí, y sin yo saberlo nos vio paseando por la calle de camino al supermercado. Esa tarde, supongo que ya de vuelta en su casa después de ir a esos edificios y de pensar no sé qué, llamó a su hijo. Coincidió que en el momento que sonó el teléfono los dos estábamos en el sofá viendo la tele. No solían hablar a menudo, normalmente las llamadas eran más para dar algún recado que para charlar solamente, así que cogió el teléfono y pude oír perfectamente para qué llamaba.

La primera frase que escuché fue:

“¿ Tú qué eres, tonto?”

Mi pareja se quedó flipando porque no entendía nada, pero pronto descubrió a qué se refería su padre.

“¿Cómo cojones sales a la calle con ese monstruo?”

Todo lo que vino después fueron adjetivos vertidos sobre mí de manera despectiva. No pude oírlo todo porque en un momento él se levantó y se marchó del sofá y yo me quedé allí, hecha un ovillo de mierda.

Él no dijo una sola palabra, dejó que su padre soltase toda la mierda que tenía dentro y lo único que acertó a decir fue:

“Vale, ya hablaremos”.

No quise ni hablar con él, al día siguiente fue a verle y dice que habló con él y que le dijo que se había pasado y no sé qué cosas más. No me lo creí y los hechos me demostraron que no fue así.

Kerasi