Tengo una pregunta. Una sería. No penséis que es una gracia, por favor, porque realmente es algo que me ha inquietado en muchos momentos. Ahí va:

¿Alguna vez os ha parecido que tenéis el chocho demasiado grande? O, por el contrario, aunque suene ridículo después de la pregunta anterior: ¿nunca habéis sentido que es increíblemente pequeño? No sé, que no cumplís los cánones de tamaño chochil que se supone que hay que tener.

Os pongo en contexto porque sé que esto puede estar resultando un pelín extraño. Yo tengo un chochete que considero normal. O así era hasta hace no mucho. Con labios, llamémosle clásicos, ni muy grandes ni muy pequeños. Molletudos, eso sí. Carnositos. He sido mami, sí, pero ni tan siquiera me dieron un solo punto en mi parto. No me veo el tema dado de sí. No lo noto suelto. Y hasta mi pipí sigue reteniéndose donde debe, incluso al reírme como una loca. Vamos, que tengo un chocho de lo más normalucho, sin nada que llame la atención a simple vista, pero, y aquí llega el pero, no cumple casi nunca con los estándares que debería. 

No sé cómo explicaros. A ver, ¿cómo os lo contaría yo? Sexualmente hablando nunca tuve problemas. Da igual si era más grande o más pequeña, nunca encontré trabas en lo que a disfrutar se refiere, quizás por el hecho de que soy más clitoriana que otra cosa, pero a la hora de probar cosas nuevas, uf, ahí si ya no. Da igual que por mi almejita haya salido una cabeza que más bien parecía un melón de temporada que otra cosa, pero a la hora de prácticas tipo fisting nunca he sido capaz. O el tamaño de mi amigo es más pequeño de lo que yo imaginaba o simplemente es mi cabeza la que hace de boicoteadora y no me permite ese tipo de asuntos.

Pero no solo en la cama, mi tamaño ha sido discordante. Si hablamos de copas menstruales, por ejemplo, se supone que la opción que se adapta a mí es la “L” no por otro criterio que el de haber dado a luz. Pero esa vaina me queda tan enorme que a veces me ha dado hasta miedo que se me saliera en plena caminata. Pero la pequeña tampoco se adapta a mi flujo, así que desgraciadamente he tenido que volver a los métodos tradicionales, no por falta de ganas de cambio, sino por no cumplir con los tamaños. ¿Triste verdad?

Y hasta aquí todo podría indicar que mi tesorito es pequeño. Pero no. La historia se vuelve al contrario, sí, en lugar de reglas, hablamos de bragas. No sé si por moda o qué, pero me cuesta mucho encontrar un simple bikini o una braguita que se adapte a mis gustos y albergue a la vez mis molletes.

¿Será que mi chocho necesita dieta? Porque os puedo asegurar que al pobre lo tengo a pan y agua desde hace más tiempo del que me gustaría, ¿eh?

Y ahí me encuentro, con un toto demasiado grande para ser tapado por un biquini, pero diminuto en lo que a meterle cositas se refiere. Y oye, una ya no tiene hueco para más complejitos ¿eh? Si no tenía bastante con el tamaño de mis lorcitas o de mi pandero, si me voy a tener que preocupar ahora también del tamaño de los molletes del chocho, ya no me quedan neuronas disponibles a las que encargar esta tarea.

Inés Rodríguez