La magia de conocer a alguien en persona.

 

Vivimos en la era de las apps para ligar, bien porque no tenemos tiempo para ir a sitios a socializar, bien porque pasamos más tiempo con nuestros teléfonos que con personas, o bien porque quizás debido a todo eso y más, hemos perdido facultades para ligar de otra forma. No sé. En lo que a mí respecta, soy mucho mejor escribiendo de lo que lo soy hablando; me considero una persona tímida así que eso de los matches y que con ello sepas sin rodeos si le hacemos click a la persona en cuestión o no, me facilita la vida.

Además, dado que tengo una hija menor, para mí todo es mucho más complicado de organizar de lo que resultaría para la mayoría de personas sin hijos; una “simple” quedada para ir a cenar puede convertirse en la odisea de hacer coincidir mis horarios con los de la otra persona, conseguir a alguien fiable que cuide a mi pequeña, rogar por que justo ese día no se enferme, y hasta luchar contra mí misma para no terminar sintiéndome culpable por dejarla a cargo de alguien más para yo irme a una cita, porque por normal y lícito que sea, los siglos de opresión patriarcal en algo se tienen que seguir notando, por muy feminista que una sea y por mucho que procure deconstruirse.

Bueno, sí, que llegué a caer en las garras de Tinder, Adopta un tío, Happn y hasta POF (Plenty Of Fish), y madre mía… no creo que haya algo mejor para hastiarte de conocer gente y de paso apuñalarte la autoestima, que el meterte en esas aguas oscuras. En mi caso he llegado a vivir desde situaciones surrealistas como la de un tío que me hizo una encerrona y que poco le faltó para forzarme a tener sexo con él, hasta tener que leer cómo un imbécil al que rechacé después de cuatro frases -con un educado “No estoy interesada, gracias.”-, me llamase vaca gorda, por lo que he terminado preguntándome: ¿Pero qué necesidad?

En serio, ¿qué necesidad?, porque además en base a mi experiencia puedo decir que las apps para ligar están llenas de machistas, misóginos e incels. Que evidentemente no serán todos ni mucho menos, eso está claro, pero si ya de por sí en el mundo “real” todavía nos topamos con esos especímenes, imaginaos lo que sucede con una pantalla de por medio, donde y cuando pueden expresarse a sus anchas.

Me cansé.

Porque por otro lado, creo que pocas cosas hay tan mecánicas/poco naturales como la de “darle like” a alguien por una foto y comenzar a bombardearos con las mismas preguntas que previamente os habéis hecho con otra gente montones de veces, sabiendo además ambos a lo que queréis llegar, como forzando algo.

Que sí, que será mas complicado y tomará más tiempo lo de hablarle a ese chico del bar que te ha atraído, porque aparte de todo quizás tenga pareja y te lleves el corte, pero ¿y la historia tan preciosa que tendréis luego para contar, si todo va bien?, ¿y la magia de mirarle a los ojos cuando te contesta el hola?, ¿y las mariposas en el estómago, el vértigo, mientras te acercas?, ¿y el sonido de su risa, conocer de primera mano que su bocadillo favorito es el de tortilla, y ver si es mas de cañas o de agua sin gas?

Porque en persona todo fluye -o no-, las horas se hacen minutos y te das cuenta al momento (si te prestas atención), de si hay algo allí. De hecho hay estudios que demuestran que el olor de una persona puede atraernos o repelernos, por las hormonas que esta desprende más que nada, y eso es algo de lo que sólo podemos darnos cuenta al estar frente a frente. Imaginaos estar hablando con alguien durante semanas, de lo más ilusionados/as ambos/as, por fin quedar y que resulte que vuestras hormonas os repelen mutuamente. Parece chiste, pero me ha pasado. A ver, no lo de las hormonas, pero sí lo de creer que conectaba con alguien, vernos en persona y terminar desilusionada ya ni siquiera por el físico y tal, sino por la química.

Nada como conocer a alguien en persona, nada como verle moverse, gesticular, escucharle entonar, comprobar si te molesta su sudor, si es recíproco/a a tu feeling y hasta -aunque suene a tópico- cómo le habla al camarero.

Y aunque seguramente haya cientos de historias preciosas nacidas en el seno de POF, yo ya he descubierto que no es lo mío.

Lady Sparrow