Ha llegado el día que temía. La duda se ha hecho tan grande que apenas puedo calmarla.No es por ti, y lo digo de verdad, solo me he cansado de lo que podemos ser y no somos. Y sé que si no me separo a tiempo, todo irá a peor. No quiero que te conviertas en un error, en un clavo al que me agarré aunque ardiera y lo acabé consumiendo.

Quiero recordarte conmigo como lo estuvimos. Las conversaciones sin fin. Cerrando los bares. Redescubriéndose. Intentando cambiar el mundo con un par de cañas, muchas risas y muy pocos prejuicios. Acordarme de cómo te definías a ti mismo y empleabas la ironía para contarme tus secretos. Acabar en tu casa y jugarnos hasta perder. Y volver a ganarnos de nuevo. Entre las sábanas o fuera de ellas. Sabiéndonos desconocidos pero sintiéndonos muy cerca. Quiero acordarme sólo de cómo me sentía a las 20:00 p.m de un jueves cualquiera en nuestro particular punto cero. Ese que también nos va a echar de menos.

PERO DECIDO SALIR SOLA (Y ENTERA) DE ESTA FASE.

Porque, no nos engañemos, por muchos meses que hayan pasado, tú y yo seguimos en la FASE CERO. Y no voy a juzgarte. Sabía que no podrías enamorarte de mí porque no querías quererte a ti mismo. Estuvo bien hasta que todo se volvió rutinario y conocido. No sé cuando paramos de vernos exactamente. Pero vivir a la mitad nunca ha entrado en mis planes. No confío en nadie que sienta con la cabeza. Y ya no me apetece dar oportunidades y ver cómo cambian las personas. No podemos salvar a nadie sin perdernos un poco a nosotros mismos. Y en mi mapa no entran más lugares a los que acudir.

Me despido diciéndote que nos perdimos mucho. Y que ojalá no te pares a pensarlo. Te mereces ser feliz y YO QUIERO SERLO. Por eso nos quedamos sin opciones, ni contigo ni sin ti: conmigo y para mí. 

Y no me despido con ningún tipo de rencor sino con las ganas de la que, al menos, lo intentó. Porque sabes que fuimos capaces de parar el mundo durante unos instantes. Los mismos que tardaste en retroceder todos los pasos que habías avanzado. Pero ya no quiero intentar abrir la puerta que has sepultado con piedras pasadas e intentos frustrados.  No soy la persona y no pasa nada.

Me he dado cuenta de que en algunas guerras duele mucho más el escudo que la espada. Así que me rindo y por eso, me gano a mí misma.

Ni tú ni yo sabremos nunca lo que hubiera sido si nos hubiéramos dejado llevar pero alguien tiene que poner el punto final al libro que nunca empezó a escribirse. No te acostumbres a despedirte de mi, solo lo haré una vez. Como las tiritas, rápido, de golpe y sin posibilidad de volver a pegarse. 

 Me he quedado sin excusas para quedarme “un ratito más” a tu lado. No es tan fácil despedirse de lo que te ha hecho vibrar. Y ya es tarde para ser dos personas diferentes, aunque ojalá volviéramos a encontrarnos. Pero, esta vez, de verdad. Sin excusas, sin fantasmas del pasado y sin rencor.  Dejándose llevar es la única forma que conozco de llegar algún lado. Y me niego a olvidar algo que no merece ser recordado. 

Paso de fase convencida de que no te quiero perder pero ya no puedo encontrarme a mi misma contigo. 

Si estáis en la situación del “si pero no”, en una relación que no os satisface, en la que no hay un 50% de interés recíproco y aunque estéis bien con lo mismo, queréis algo más o diferente:  Alejaros. 

Si tenéis duda de que eso no es lo que queréis. Atreveros a salir de ahí. 

Si no os gusta vuestra rutina. Aprended a decir adiós.

Si ya nada es lo mismo y no sois felices. No os conforméis

Duele al principio pero, como todo, se acaba pasando. Y entre todas lo haremos mucho más fácil.  SALID DE ESA FASE con la cabeza alta y con ganas de nuevas oportunidades. ¡El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional!

@vega.ese