Si alguien le contara esto que os estoy escribiendo a mi yo de hace veinte años, habría puesto el grito en el cielo. No entendería cómo podía una mujer del siglo XXI llegar a esa situación. Puede que incluso una pequeña y vergonzosa parte de mí llegara a pensar que, de alguna manera, se lo merecía. Por boba, por ingenua o por lo que fuera.

Sin embargo, aquí estoy, recordando las decisiones y los pasos que me llevaron a un desastre que no vi venir. Porque jamás había pensado que esto me podría llegar a pasar, pero perdí mi independencia económica en una relación y por eso os recomiendo que no hagáis nunca como yo. Y es que, nos guste o no, la independencia económica es vital para garantizar nuestra libertad.

Perdí mi independencia económica en una relación y por eso os recomiendo que no hagáis nunca como yo
Foto de Andrea Piacquadio en Pexels

Cuando me enamoré de él yo tenía trabajo. Bueno, dos trabajos, en realidad. Ambos precarios y mal pagados, pero gracias a los cuales conseguía unos ingresos que me permitían vivir sola. Lejos de una familia de la que había huido en cuanto pude y por motivos que ya no estoy muy segura que no vengan al caso.

Era un chico maravilloso, ¿qué os voy a decir? Todas estas historias empiezan de esa manera, con un chico maravilloso y encantador que te hace sentir la mujer más especial del mundo. Y con una mujer tan cegada por el brillo, que no ve todas las sombras que trae detrás.

Yo estaba ciega del todo. Por eso fui cayendo en sus redes como una idiota. Y por eso me fui a vivir con él a los pocos meses de conocerlo. Y me mudé con él a otra ciudad, lejos de mis pocos amigos.

 

Perdí mi independencia económica en una relación y por eso os recomiendo que no hagáis nunca como yo

 

Dejé mi trabajo porque él ganaba suficiente para los dos y yo ya encontraría algo tarde o temprano. Mientras tanto podía seguir estudiando y encargándome de la casa. También pensó que tal vez era buen momento para tener un hijo. Mientras fuéramos jóvenes y tuviéramos energía. Si yo estaba desempleada, tanto mejor. Podría disfrutar el embarazo y los primeros meses del bebé sin agobios ni prisas por reincorporarme al trabajo. Era perfecto, ¿no?

A mí me asustaba un poco la idea, preferiría tener un trabajo al que volver después de la baja de maternidad. Por otro lado, no tenía a nadie cerca para ayudarme, no teníamos familia allí… Pero a él le hacía tanta ilusión… Y yo también quería ser madre, además, el embarazo podía tardar en llegar y quizá para entonces ya tuviera un trabajo.

Perdí mi independencia económica en una relación y por eso os recomiendo que no hagáis nunca como yo
Foto de Duong Nhan en Pexels

Me quedé embarazada a la primera, con lo que mi búsqueda de empleo se quedó en stand by. Luego se demoró un poco más porque la niña era muy pequeñita para ir tantas horas a la guardería. Después porque, pobrecilla, ¿con quién va a estar mejor que contigo? Más tarde el tema ya era encontrar uno que nos conviniese. Porque para ganar esa mierda, mejor te quedas en casa. O porque con ese horario, ¿qué hacemos con la niña?

Y así, de repente, un día me di cuenta de que ya no era libre. Pero solo fui consciente cuando las cosas se pusieron feas. Cuando empezó a enfadarse por todo, a recriminarme cosas. A controlar los movimientos de mi tarjeta. A darme efectivo para ‘mis gastos semanales’, como quien le da la paga a su hijo adolescente. No supe en qué momento el chico adorable se convirtió en aquel tío posesivo y controlador al que no conseguía hacer feliz de ninguna forma.

 

Fuera como fuese, estaba atrapada. Se había encargado de aislarme y de complicarme la vuelta al mundo laboral. Por lo que tuve que esperar años para empezar a reunir el valor y los medios para separarme de él. Necesité ayuda, la cual no es fácil de encontrar cuando no cuentas con una red de apoyo a tu alrededor, como era mi caso. Pero tuve la fortuna de encontrarla y conseguí salir de esa relación.

En la actualidad tenemos el contacto justo y necesario por el bien de nuestra hija. Y ya puedo decir que he recuperado mi vida y mi libertad, consciente de que hubiera sido mucho más sencillo y rápido si nunca hubiera permitido que me arrebatara mi independencia económica.

 

Luisa

 

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