Por culpa de una chica del grupo, todas me dejaban de lado

Esta historia se remonta a cuando tenía 13 añitos. Acababa de empezar la ESO, y por lo tanto había pasado del cole al instituto. Por aquel entonces mi grupo de amigas era parte de mi clase de primaria. Mis amigas de la infancia, esas que realmente no eliges, básicamente te vienen impuestas porque son con las que haces vida diariamente. De entre todo el grupo tenía más amistad con un par de chicas. Una de ellas vino al mismo instituto al que yo iba, pero todas las demás eligieron otro centro.

Aquí empezó mi pesadilla particular. Dentro de mi “cuadrilla” había una chica que desde que íbamos a infantil había sido una manipuladora nata. Mandaba a todas y siempre había que hacer lo que ella quería. Como a esas edades no sabemos todavía ni quienes somos, las demás se dejaban llevar y mandar, pero yo no. Siempre he tenido mucho carácter y a pesar de ser una cría, veía que eso no era normal.  Por eso no dejaba manipularme y por eso también esa chica me odiaba.

Cuando pasamos a secundaria y cambiamos de centro, como ya he comentado no coincidía mas que con una de mis amigas, y las demás, entre ellas la niña manipuladora, estaban en otro. Fue su excusa perfecta para comerles la cabeza a las demás y apartarme del grupo.

Solíamos quedar alguna tarde entre semana y sobre todo los findes, pero a mí no me llamaban. A mí se me hacía rarísimo que no quedaran nunca ya que siempre lo habíamos hecho, así que les llamaba desde el fijo de casa (menudos tiempos) y me decían que no habían quedado, que tenían muchos deberes. Yo me lo creía, pero luego llegaba mi madre a casa de trabajar y me decía que las había visto en la plaza. 

Yo me quedaba con cara de tonta y con el corazón destrozado porque mis amigas, referente muy importante en la adolescencia, pasaban de mí. Entonces hablaba con alguna de ellas y me decían que no iba a volver a pasar, yo me lo creía.  Después estaban un par de días contando conmigo y luego volvían a la misma historia. 

Como veían que las mentiras tienen las patas muy cortas, pararon de hacer esto y parecía que todo era normal de nuevo. Llegaban los fines de semana y quedábamos, pero había algo que se me hacía raro. Teníamos 13 años y por supuesto, hora de llegada a casa sobre las 23:00. Llegaban las 20:30 o 21:00 y decían que tenían que irse a casa porque sus padres no les dejaban quedarse más. 

Así ocurrió durante varios fines de semana hasta que un día una chica del grupo me dijo que quería hablar conmigo porque se sentía mal por algo. Quedamos y me confesó que durante meses, habían estado mintiéndome y cuando decían que se iban a casa, hacían el paripé y cuando yo me había ido, volvían a quedar hasta las 23:00 que era cuando tenían que irse a casa realmente. Además, me dijo que durante esas horas en las que yo ya no estaba, la chica manipuladora se las pasaba criticándome y hablando de qué podían hacerme para la próxima.

Yo no podía creerme lo que me estaba contando y me sentí muy traicionada por todas.  En ese momento no tenía amigas y pensé que el mundo se me caía encima. Menos mal que esa chica había dado el paso de contármelo y estaba arrepentida. Decidimos quedar con la pionera de toda esta situación y descubrir por qué hacía todo eso.

Cuando hablamos con ella, se quedó más blanca que la cal, porque le destapamos el pastel en toda su cara y no podía negar lo evidente. Descubrimos, además, que no solo me hacía eso a mí, si no que cuando estaba conmigo, me decía que eran las demás las que tenían un problema conmigo, cuando era mentira. Y cuando estaba con ellas, les contaba que yo hablaba mal de ellas, etc, etc.

Finalmente, a la conclusión que llegamos es que como yo no le había bailado el agua desde niñas, esa chica me tenía miedo, ya que no podía manipularme a su antojo. Y tenía miedo de que las demás siguieran mis pasos.  Sin embargo, yo le dije que no se preocupara, que la que se iba a alejar de toda esa gentuza era yo, que ella podía quedarse con su séquito ya que no quería tener nada que ver con ellas. 

Me alejé, ahora tengo 28 años y puedo decir que mi grupo de amigas es de verdad. Las elegí durante el instituto donde pude conocer gente nueva, y durante mis años universitarios y siento que tomé la mejor decisión para mi futuro. Aún así, mentiría si no digo que al pasarme toda esta historia, con esa edad, me sentí muy deprimida y perdida, pero también hizo que reforzara mi amor propio desde bien jovencita.

 

Anónimo

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