¿POR QUÉ APRENDEMOS A CHUPAR POLLAS VIENDO PORNO? 

¿Alguna vez te has encontrado a ti misma viendo porno con el objetivo de aprender prácticas nuevas  o, más en concreto, para aprender a hacerle una felación a tu pareja? No te preocupes ni te juzgues  a ti misma, amiga, no eres la única. 

La educación patriarcal que hemos recibido todas y todos nos ha enseñado a que las mujeres hemos  de responder a un rol de cuidadora y, además complaciente. Hemos de estar siempre para contentar  a la otra persona. No sólo eso, sino que, además, nos han educado para competir las unas con las  otras. Siempre estar alerta, siempre ser perfectas. A nivel físico como a nivel de ejecución.

Si cocinas  lo tienes que hacer perfecto, si vistes tienes que ser una fashion victim, si estudias tienes que sacar  las mejores notas… y si la chupas tienes que hacerlo de 10.

Y, ojo, ya no digamos si encima eres  gorda. Entonces tienes que dar hasta las gracias por darnos el placer de que nos dejen chupársela y  tenemos que hacerlo con una técnica que les haga ver las estrellas porque como somos gordas  tenemos que hacerlo bien para que repitan. ¡Menudos cretinos! Y menudas nosotras cuando nos  creemos que esto es lo que debemos hacer. Pero no, no es culpa nuestra, nos han enseñado a ser  así. 

No es raro que utilicemos la pornografía como fuente de sabiduría para complacer a nuestros  novios, maridos, follamigos e incluso para el tonto de Tinder de turno. Al final, es a lo que nos han  acostumbrado con las películas, los cuentos y los libros.  

No está mal mirar otros patrones y otras figuras para aprender nuevas técnicas, nuevas posturas,  nuevas experiencias o sensaciones. Pero es una mierda cuando inviertes tiempo en simplemente complacer a otra persona y no para disfrutar tú misma. ¿Por qué ellos no se pasan una tarde entera  hablando con sus amigos en cómo mejorar comer un coño?  

Es por eso que tenemos que reivindicar el hecho de no saber hacer felaciones, de no tener que  hacerlas perfectas, de no ser máquinas de follar de todas las maneras, de todas las posturas y en  todas las situaciones. Simplemente somos personas que queremos disfrutar del sexo, tanto darlo  como recibirlo. Por tanto, también debemos reivindicar el hecho de que nos coman el coño. ¡Y que  nos lo hagan bien! Si yo estoy estudiando a través de una película, de leer experiencias o de hablar  con mis amigas a hacer una felación, qué menos que recibir el mismo trato. 

Por eso, os invito a que cada vez que se nos pida una chupadita, pedir otra de vuelta. Y si no nos  gusta, que nos comuniquemos. De nada sirve fingir. Al final, estamos dándoles placer a ellos sin  recibir nada a cambio y creo que ninguna de nosotras somos una ONG. 

 

GRIS