Supongo que los Potterheads me entenderéis sin más explicación, pero, para los que no sepáis de qué hablo, os pongo en contexto:

Harry Potter es, supongo, que por todos conocido, una saga de libros/películas sobre magos y una escuela de hechicería. No voy a profundizar más en el argumento porque no creo que haga falta. Pero bueno, podéis haceros una idea, ¿no?

Pues bien, en este ambiente, uno de los hechizos más famosos y más difíciles de dominar es invocar un Patronus. Algo así como una fuerza protectora positiva que nos protege en situaciones de peligro. Y la máxima para realizar este hechizo y convocar a nuestro Patronus protector es concentrar, utilizando nuestro recuerdo más feliz, toda nuestra energía positiva y manifestarla.

Y ahí es donde entra mi afirmación de que nunca convocaré un Patronus.

A lo largo de las, creo que 200 veces que he sido capaz de ver esas películas, siempre me ha surgido la duda de que recuerdo o momento feliz usaría para ejecutar ese hechizo, si viviera en semejante mundo mágico, y os juro que nunca consigo una respuesta. Es como si no fuera capaz de recordar, a lo largo de mi vida, un solo momento, lo suficientemente feliz como para hacerlo.

No es que mi vida sea triste. Tampoco quiero llegar a ese extremo. Pero definitivamente feliz tampoco.

Podría decir que simplemente plana.

Vacía incluso.

Y aunque he tenido momentos en los que he podido llegar a rozar la alegría, siempre han ido acompañados de una nube gris que lo ha empañado todo.

Una familia totalmente disfuncional y una infancia que en más de una ocasión me gustaría olvidar. Un matrimonio vacío. Un trabajo nada realizador. Pocos amigos. Cero estabilidad personal e incluso emocional.

No sé. Por más que echo la vista atrás, no consigo encontrar ni recordar un solo momento en el que pueda afirmar rotundamente que he sido feliz plenamente o por lo menos me haya quedado cerca.

Muchas veces, cuando oigo hablar a las personas de mi entorno o veo las vidas de la gente que me rodea, me invade más un sentimiento de envidia que otra cosa.

Y os juro que son muchas las ocasiones en las que he intentado encontrar el porqué o incluso poner cartas en el asunto y cambiar cosas en mi vida, hasta he buscado consejo profesional, pero nada ha servido de ayuda.

Es difícil de explicar, pero es algo así como que siento que la felicidad no está destinada para mí.

Como si, haga lo que haga, siempre hubiera algo esperando a la vuelta de la esquina para volver gris cada cosa que intento pintar un poco de color. Y ya no sé qué hacer. No sé cómo dar un giro a mi vida y conseguir eso positivo. Eso que yo pueda utilizar para manifestar a mí (fantástico) protector. O quién sabe, quizás soy yo que me boicoteo. También podría ser ¿no?

Inés Rodríguez